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Dólares del colchón y reformas: sin leyes no hay paraíso

Dólares del colchón y reformas: sin leyes no hay paraíso

Hay libertarios del mundo financiero que repiten desde el lunes algo imposible de constatar. Dicen que si Adorni le hubiera sacado a Silvia Lospennato apenas cinco puntos de ventaja en las elecciones porteñas, y no los 15 que finalmente mostraron los resultados, el riesgo país argentino se habría disparado a los 1000 puntos. Es incomprobable porque nada de eso pasó: el candidato del Gobierno se impuso con mayor diferencia que la esperada y el indicador de JP Morgan seguía ayer en torno de los 668 puntos. Pero la idea contrafáctica sirve para graficar la importancia que le sigue dando la Casa Rosada a la victoria del domingo.

El triunfo sorprendió a todos. También al mercado, que pareció incluso celebrar que la pelea entre La Libertad Avanza y Pro hubiera tenido un ganador, acaso suponiendo que esperar hasta octubre le habría provocado a Milei un desgaste innecesario. Los bonos argentinos, por ejemplo, cerraron la semana con alzas superiores al 1% en promedio, en un contexto complicado para los países emergentes. En todo caso, lo que se definió el domingo fue un líder para ese espacio no peronista que en la cabeza del ahorrista o el inversor representa el fin de los delirios económicos. “Libertad o kirchnerismo”, era el eslogan de Adorni. “Riesgo kuka”, llegó a llamarlo Marcos Galperin en Twitter.

La variable política ha pasado a ser decisiva en el análisis económico. Volvió a percibirse hace dos martes, en un desayuno que una delegación de representantes de empresas de retail y bancos de Miami tuvo en la sede de la AmCham, la cámara de comercio norteamericana en la Argentina. ¿Qué pasará en las elecciones de octubre y, más específicamente, qué posibilidades tiene el oficialismo de sumar una base parlamentaria para hacer reformas?, fue la pregunta recurrente. Una cosa es ordenar la macro, y otra, lograr que el país sea realmente viable. Juan Gómez Minujín, presidente del JP Morgan y de la AmCham, retomó el concepto esta semana en el foro al que fueron Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo: “No alcanza con estabilizar, necesitamos un marco que permita planificar, invertir y crecer”.

Son objetivos de mediano o largo plazo. Requerirán tiempo y acaso varias administraciones y elecciones en las que el abismo no sea una alternativa. Para el Gobierno, sin embargo, la elección del domingo puede haber sido un punto de inflexión que le insufló ánimo y hasta sirvió como un mensaje hacia adentro: fue el primer respaldo en votos a Karina Milei como armadora y en una plaza complicada, la Capital Federal, donde todavía estaba en duda si haber echado del espacio a Ramiro Marra no había sido un error. “Si perdíamos por dos puntos, la conclusión iba a ser: ‘Esos fueron los puntos de Marra’”, dijo alguien que trabajó en la campaña.

Sin embargo, a diferencia de lo que parecería estar ocurriendo en la provincia de Buenos Aires, el “triángulo de hierro” trabajó en territorio porteño casi sin fricciones. Santiago Caputo, Karina y sus respectivos equipos, incluida Pilar Ramírez, ladera de la secretaria de la Presidencia, se reunieron dos veces por semana para seguir la estrategia. Caputo fue incluso quien primero insistió en que si Marra encabezaba finalmente una lista propia, había que designar a un candidato que se identificara con el Presidente tanto o más que el legislador. “Es Adorni”, planteó. ¿Vale la pena desprenderse de quien viene haciendo un buen trabajo como vocero?, fue la objeción. Pero ninguna de las alternativas planteadas, ni siquiera la de Federico Sturzenegger, a quien llegaron a medir en el territorio, logró convencer lo suficiente.

Seguro de que debe encabezar el espacio ideológico que deja libre Macri, el Gobierno necesita confrontar con el kirchnerismo. Por eso nacionalizó la discusión porteña. Esa será también su estrategia en la provincia. Con impronta y herramientas propias libertarias, igual que en la Capital Federal, donde se llegó a desechar hasta la oferta de alguien que decía tener un contacto para publicidad en lunetas de colectivos. “No se me ocurre algo más casta”, lo objetó Caputo. En ese distrito se emplearon entonces solo cinco gigantografías callejeras con la cara del candidato y el resto se dividió en dos canales: redes sociales y, solo a los efectos de elaborar cortes para difundir en esas redes, entrevistas de TV. No mucho más.

Lo que viene ahora será, sin embargo, más arduo. El Gobierno necesita conformar una alianza con Pro, espacio todavía molesto por episodios como el falso video de Macri elaborado con inteligencia artificial. “¡Pero lo hicieron tres gordos freaky de Twitter!”, se defienden en La Libertad Avanza, donde consideran además que ese tipo de piezas tienen por lo general sobre los electorados un efecto neutro.

Pero habrá que desandar algún rencor. Por eso fue relevante la llamada que Macri le hizo anteayer a Milei. “Una iniciativa propia para bajar los decibeles”, la definieron cerca del expresidente. Pero tampoco cabe esperar cambios drásticos en La Libertad Avanza. El equipo de campaña oficialista evalúa que el electorado no se detiene tanto en los tonos de voz o las agresiones del Presidente como en sus logros. Lo dicen los sondeos: orden público y caída de la inflación en los sectores de menos recursos, y ambos más dólar barato entre las clases media y alta. Hay conceptos que siguen apareciendo en los focus groups y llevan la marca de estos tiempos. El de un beneficiario de un plan social, por ejemplo, que celebra que ahora no debe ceder nada de su ingreso a punteros y que tampoco se le exige “ir a las marchas”. Esos mismos trabajos revelan que la obsesión por el IPC es transversal a todos los estratos. “¿Sabés el laburo que es cambiar precios todas las semanas?”, aportó un comerciante.

La negociación con Pro se hará a través de los más afines. Cristian Ritondo, desde ya, a quien en el Gobierno le agradecen haber evitado criticarlos incluso en el momento más tenso de la pelea, no bien se cayó ficha limpia. “Hizo malabares discursivos”, describen.

El resto correrá por cuenta de Macri, no solo golpeado con la derrota, sino también condicionado. Desde el domingo, si pretende trabajar para conservar la ciudad de Buenos Aires en 2027 deberá negociar gobernabilidad con La Libertad Avanza en la Legislatura. No podría hacerlo con Rodríguez Larreta, todavía exultante por el 8% que le permitió meter tres diputados: el exalcalde celebra en privado una revancha.

El Gobierno le ofrecerá Pro conformar frentes solo en la elección provincial bonaerense, donde se compite en 8 secciones con la vieja boleta de papel y seguramente tendrán mucha incidencia los intendentes macristas, y reservar el nombre y la marca de La Libertad Avanza para los comicios nacionales. ¿De qué le serviría, por ejemplo, competirles con lista propia a Pablo Petrecca, intendente de Junín, o a Guillermo Montenegro, de Mar del Plata? ¿Para qué gastar energías en Vicente López, donde Soledad Martínez mide casi 60%? Están dispuestos a negociar hasta con los radicales de Maximiliano Abad.

Porque a ninguno de ellos le sirve que se parta Pro. Pero menos al Gobierno, que aspira a sumar un mínimo de 120 diputados, un buen número si se considera que habrá también un PJ no kirchnerista y gobernadores dispuestos a conversar por cada proyecto. Será el corazón de la etapa que viene. Hasta el anuncio de anteayer para los dólares del colchón indica que el Parlamento es decisivo. Es lo que piensan también empresarios y ahorristas: sin leyes no hay paraíso.

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