Antonio Machado en la Real Academia Española: "Bienvenido, Antonio, a tu casa"

La Real Academia Española acogió esta tarde un acto insólito en su historia, un momento evocador y teatral, triste y alegre a la vez. El actor José Sacristán leyó el discurso inacabado que Antonio Machado escribió para entrar en la RAE entre 1929 y 1932 y que nunca presentó en público. Sacristán no sólo leyó el texto. También, representó a Machado en una ceremonia casi formal, que, a su vez, recreó el día que no fue, el día en el que el poeta sevillano tendría que haber entrado en la Real Academia Española.
Para completar esa pieza de teatro, el dramaturgo y académico Juan Mayorga escribió la tradicional laudatio que responde a los discursos de los nuevos académicos. Fue un texto propio pero también fue una representación y una ficción porque Mayorga escribió en la voz en primera persona de José Martínez Ruiz, Azorín, el académico que llevó a Machado hasta las puertas de la RAE. Y antes, Santiago Muñoz Machado, el director de la Academia, explicó el sentido del acto para su casa. Muñoz Machado se refirió al «don preclaro de evocar los sueños» del que escribió el poeta. «Soñamos esta tarde otra vez con su ingreso».
«Machado es el poeta más celebrado en los últimos 70 años, también el más querido», dijo también Muñoz Machado.
¿Qué decir del discurso de Machado? Primero, que es largo (40.000 caracteres) y que empieza con ese tono bondadosamente irónico que hoy relacionamos con el adjetivo machadiano, con un «vosotros» cálido y ético. «Perdonadme que haya tardado más de cuatro años en presentarme ante vosotros. Todo ese tiempo ha sido necesario para que venza yo ciertos escrúpulos de conciencia. [...] No creo poseer las dotes específicas del académico. No soy humanista, ni filólogo, ni erudito. Ando muy flojo de latín, porque me lo hizo aborrecer un mal maestro. Estudié el griego con amor, por ansia de leer a Platón, pero tardíamente y, tal vez por ello, con escaso aprovechamiento. Pobres son mis letras en suma, pues aunque he leído mucho, mi memoria es débil y he retenido poco. [...]Pero vosotros me hicisteis académico y no debo yo insistir».
Después, el texto de Machado remonta hasta convertirse en un complejo ensayo sobre la poesía del siglo XIX, vista no desde la literatura sino desde la filosofía y desde su tensión con las vanguardias. Machado se refirió a Proust y a Joyce como poetas, nombró a Valéry y a Guillén, citó a Bergson y a Kant, denunció el dominio de los conceptos «sobre la savia cordial» en la poesía de 1932 y habló de «la eclosión de múltiples escuelas aparentemente arbitrarias y absurdas, pero que todas ellas tuvieron, al fin, un denominador común: guerra a la razón y al sentimiento». Es fácil reconocer a Machado en el fin de sus palabras y, a la vez, sorprenderse en la radicalidad de sus medios. «El objeto cordial y funda la fraternidad humana»
De modo que Machado escribió su discurso contra los sueños de la razón y el antihumanismo del mundo de las vanguardias y los totalitarismos. Con ese hilo, el discurso de Mayorga en la piel de Azorín incluyó a Rubén Darío como referencia y los paisajes de Campos de Castilla como tema y como metáfora de la muerte de la amada Leonor.
Hubo más: Joan Manuel Serrat, el cantante que renovó la popularidad de Machado, cantó Retrato, perdió el hilo durante algunos segundos y después se resarció con Coplas a la muerte de Don Guido y La saeta y dio un bis: Caminante no hay camino. Y Alfonso Guerra, el comisario de la exposición machadiana que se estrenó en Sevilla y que desde ayer se ve en la sede de la RAE, dijo también unas palabras para enmarcar la vida del escritor yd e su hermano Manuel, como él académico.
El Salón de Actos de la RAE rebosaba de público, aunque no hubo representación del Gobierno. Francine Armengol, la presidenta del Congreso de los Diputados, fue la principal autoridad del Estado. La Infanta Margarita de Borbón, la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, el ex presidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo y el ex ministro Íñigo Méndez de Vigo estuvieron en el acto.
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