Campos de batalla, cementerios y territorios mitológicos: un proyecto turístico para explorar la Extremadura ‘oscura’

Es una larga y sofocante tarde de verano. Gargantilla, un pequeño pueblo del Valle del Ambroz, en Cáceres, tal vez duerme la siesta o sus vecinos ven la televisión, si es que la tienen, a la espera de que afloje el calor. En una de las casas ocurre esto: cinco niños rodean a su abuela, que les está contando leyendas de la zona. La del Machu Lanú, un ser diabólico, mitad hombre mitad macho cabrío; la de la Jáncana, una mujer-serpiente que corta la lengua de sus víctimas con unas tijeras de oro; o la del Entiznáu, un duende gigante que desata tormentas y que vive en los montes de las Hurdes.
Rodolfo Arroyo de la Rosa era uno de aquellos niños fascinados por las historias de su abuela. Con esas leyendas en la memoria y tras una larga investigación sobre el extenso patrimonio histórico y cultural extremeño, Arroyo de la Rosa, coronel del Ejército de Tierra y doctorando de la Facultad de Turismo y Comercio de la Universidad Complutense de Madrid, ha elaborado un proyecto de turismo oscuro para Extremadura, junto a las doctoras María Lara Martínez y Laura Lara Martínez, profesoras titulares de la Universidad Internacional de La Rioja.
Su propuesta aglutina tanto lo histórico como lo legendario, y abarca muchos aspectos relacionados con este tipo de turismo, desde visitas a cementerios, campos de batalla y prisiones, hasta lugares relacionados con crímenes y catástrofes, y con leyendas y fantasmas.
Esta propuesta turística parte de la tesis universitaria de Arroyo de la Rosa, dedicada al turismo militar en España, y ya ha sido presentada a la Dirección General de Turismo de Extremadura y a los responsables de Turismo de las diputaciones de Cáceres y Badajoz. En el último número de la Revista de Estudios Extremeños, editada por la segunda de estas diputaciones, los tres investigadores han escrito sobre este patrimonio. Arroyo de la Rosa, que también es ingeniero informático, está creando una página web en la que se podrán conocer y ubicar los lugares ligados a su proyecto.

“El turismo oscuro es un turismo histórico-cultural. Muchas de las personas que visitan estos sitios quieren conocer la historia que hay detrás. Y también hay gente que lo utiliza para tener una experiencia introspectiva. Los investigadores del turismo oscuro siempre destacan que se pone de relieve la vida del visitante en contraposición con la muerte de los que fallecieron en los lugares visitados”, dice Arroyo de la Rosa. En este sentido, una de las áreas más interesantes es el turismo de necrópolis. Destacan el Cementerio Alemán, en Cuacos de Yuste, donde por iniciativa de la RFA se enterraron conjuntos todos los soldados teutones muertos en España, aviadores y marinos alemanes de la Primera y Segunda Guerra Mundial; el Cementerio de los Italianos, en Campillo de la Llerena, con tumbas de soldados italianos que apoyaron al bando sublevado durante la Guerra Civil, y, más antiguos, el Cementerio Judío del Berrocal, en Plasencia, de los siglos XV y XVI, y el Área Funeraria de los Columbarios, en Mérida, de la Hispania romana.
Otros lugares y relatos entran en el terreno de lo sobrenatural, como el fantasma de la hermosa mora que se aparece en la Casa Museo Árabe Yusuf Al Burch, en Cáceres, y la Ruta Mitológica del Bosque de To, en Plasenzuela, con esculturas que representan a los citados Machu Lanú, Jáncana y Entiznáu, además de a la conocida Serrana de la Vera, que llevaba a los hombres a la cueva en la que vivía, tenía relaciones con ellos y después los asesinaba. “Los ritos, las leyendas, los mitos, todo eso tiene algo entrañable, y evidentemente no tiene nada que ver con hechos contrastados. Es una aproximación diferente. En este contexto se trata de mantener viva esa transmisión oral de la cultura y de las tradiciones, que es parte de la identidad de los pueblos”, dice Arroyo de la Rosa.

Uno de los aspectos negativos del turismo es la posible banalización de ciertos lugares con carga histórica y trágica. El ejemplo más conocido son los casos de algunos visitantes del campo de concentración nazi de Auschwitz que han subido a las redes sociales fotos y selfis con una actitud más propia de un parque temático. “Nosotros hemos hecho este proyecto, que creemos que es pionero en España, desde el respeto máximo a los paisajes oscuros en Extremadura y desde una perspectiva científica. La historia no es un juguete. No es lo mismo ir a la montaña rusa que ir a Auschwitz y ver un sitio donde han estado sufriendo tantas personas”, dice María Lara Martínez. “La historia debe ser maestra para la vida”, añade Laura Lara Martínez, “y sobre todo de cara a escolares, a alumnos de primaria, secundaria, bachillerato y, por supuesto, universitarios. A través de la historia se pueden consolidar los valores de la democracia”.
Entre lo que los autores denominan sucesos de “memoria traumática”, este proyecto incluye la conocida como Masacre de Badajoz, que fue el asesinato en agosto de 1936 en la antigua plaza de toros (hoy demolida) de entre 1.500 y 9.000 personas, según diferentes historiadores, por parte del ejército sublevado durante la Guerra Civil. También el de unos setenta falangistas y miembros de Acción Católica en Castuera. Y lugares como la colonia penitenciaria militarizada de Montijo, entre cuyos presos había excombatientes republicanos, disidentes políticos y homosexuales, y que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura ha pedido que se declare Bien de Interés Cultural con la categoría de sitio histórico. Rodolfo Arroyo de la Rosa reconoce las dificultades de integrar estos espacios en el proyecto. “Una de las conclusiones a las que llego en mi tesis es precisamente que tanto el turismo oscuro como el militar tienen un riesgo que es la politización. Cuanto más próximo en el tiempo es el hecho en sí, más riesgo. Cuando he hablado con turoperadores de esto, no les gusta. No tienen problema en todo lo que sea del siglo XIX hacia atrás, incluso hasta la Primera República, pero a partir de ahí ya ponen pegas".

Así, hay temas que, a pesar de su crudeza, son menos complejos de incorporar a un proyecto turístico, debido al tiempo transcurrido. Es el caso de la esclavitud. Los autores exponen que hubo mercados de esclavos en Fuente de Cantos, Jerez de los Caballeros, Puebla de Sancho Pérez, Llerena, Trujillo, Cáceres, Plasencia y Alcántara. En Segura de León hay una capilla barroca que recuerda esta circunstancia, ya que fue fundada en 1677 por algunas de estas personas esclavizadas, procedentes de distintos países africanos. “Estudiar la esclavitud histórica nos tiene que llevar a una sociedad más justa, más intercultural, en la que no vuelva a repetirse ese ataque a los derechos humanos que se ha producido en tiempos anteriores”, dice María Lara Martínez, y añade: “Por eso, aunque sean lugares de horror, hay que contar su historia. Porque, si no lo hacemos, el horror puede volver a repetirse”.
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