El Centro Botín apunta a los jóvenes


Obras de grandes maestros como Francis Bacon, Juan Gris, José Gutiérrez Solana, Henri Matisse o Joaquín Sorolla y una exposición temporal dedicada a Maruja Mallo conviven con expresiones artísticas de veinteañeros en el Centro Botín de Santander, donde las paredes vibran como si el mar Cantábrico se meciera detrás de los muros. El museo, que acaba de ampliar su colección permanente con una nueva donación del legado del fallecido banquero y coleccionista Jaime Botín, encara el verano combinando estas piezas con creaciones que se forjan en talleres y actividades dirigidas a jóvenes.
La directora ejecutiva del centro, Fátima Sánchez, lo resume con una pregunta: “Tengo un juan gris, pero… ¿cómo cambiamos la sociedad?”. Ese empeño se evidencia con las actividades planteadas para este verano, con talleres como el ON Creación, con veinteañeros experimentando con sus capacidades artísticas.
Sánchez incide en “el arte como herramienta” en una institución cultural que busca convertirse en “referente internacional” con Cantabria como base. Un pilar de esa estrategia es intentar alcanzar al sector joven, para lo que reclutaron a un historiador del arte con una edad por debajo de la media de los trabajadores del centro para acercarse a ese público potencial en sus espacios de ocio habituales, incluidos botellones y festejos juveniles, y les informara sobre la oferta cultural y las becas a su alcance. Como señala Bárbara Rodríguez, directora de exposiciones y de colecciones y que forma parte de la comisión asesora de arte de la Fundación Botín, Matisse, Sorolla, Miró o Miralles no siempre fueron leyendas: “Esta gente también fue incomprendida”.

Fruto de esta estrategia es también el programa Enredos, que este verano se traduce en una exposición protagonizada por el portugués Nuno da Luz, antaño alumno de esas becas de desarrollo cultural. Enredos hibrida la producción de los artistas seleccionados con creaciones de nombres aún en desarrollo y otros becados anteriomente por el centro, como June Crespo, Eva Fàbregas o Asier Mendizabal. Da Luz ofrece una experiencia multisensorial, con el oído como agente protagonista para detectar las vibraciones de la sala, donde también a través del tacto de las paredes se intenta reflejar la temperatura del agua, el índice de salinidad, la velocidad del viento y la altura de las olas.

Fátima Sánchez insiste en que el Botín se afana para acreditar que su función cultural deje poso entre los cántabros. El mecanismo para comprobar el alcance incluye modelos de medición coordinados con la universidad estadounidense de Yale, análisis del impacto medio de los proyectos y datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística. “Invertimos en el desarrollo social, los espacios artísticos deben tener objetivos”, sostiene. Se trata de lanzar reclamos: habrá visitantes interesados en creaciones juveniles que acaben admirando a Rothko y, viceversa, quienes se acerquen a la exposición de Maruja Mallo y acaben sorprendidos por la audacia de los becados.
En julio se expusieron tres proyectos seleccionados del taller ON Creación: Cambiando perspectivas, que aborda el impacto del estrés en personas entre 10 y 65 años a través de fotografías u objetos donde esa tensión se hace evidente; Evocación, un acercamiento olfativo a la historia del arte, que conjuga cuadros o piezas artísticas icónicas con música desde Paco de Lucía a los Rolling Stones, todo ello aliñado sensorialmente con cuatro perfumes, y La chaqueta, que refleja cómo la industria textil genera una enorme cantidad de residuos, gasto de agua y contaminación para producir prendas que muchas veces acaban recluidas en armarios.

Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.
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