La imprenta con forma de barco que dio alas a la Generación del 27

“Tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marítimas, cajas de galletas y vino para los naufragios”. Era un lugar “alegre como un circo” donde había “flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel de Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes”. Así recordaba Manuel Altolaguirre la imprenta Sur, fundada por Emilio Prados en 1925, donde un año después arrancó la publicación de otra leyenda, la revista Litoral, por cuyas páginas pasaron Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Alberti, Cernuda, Vicente Aleixandre, Dalí o Juan Gris. Parte de esa historia, como la troqueladora, la prensa, el rodillo o los tipos de letras que utilizaban, forma parte de la exposición Cien años, cien objetos, que celebra en el centro cultural María Victoria Atencia, en Málaga, el centenario de un mito de la literatura española.
Un buen abanico de ediciones originales, fotografías inéditas y hasta el reloj que Emilio Prados regaló a la imprenta —cuyo péndulo sigue, eficiente, marcando la hora— son algunas de las piezas que se distribuyen en las dos salas de la muestra, que se puede visitar hasta el próximo 23 de mayo. “La imprenta aglutinó a lo mejor de las vanguardias de entonces. Buena parte de la plana mayor de la Generación del 27 empezó a publicar aquí”, señala su comisario, Rafael Inglada, que recuerda que de este taller salieron los primeros libros de Prados (Tiempo), Lorca (Canciones) o Cernuda (Perfil del aire) y que, sin embargo, subraya que fue Litoral la publicación que impulsó realmente el proyecto.

“La revista puede ser una cosa prodigiosa”, escribían Prados y Altolaguirre en una carta en la que pedían ayuda a Manuel Ángeles Ortiz para que diseñara la portada de su primer número. Lo hizo y el pez que la protagoniza se convirtió en un símbolo. La lista de nombres relevantes que pasaron por las primeras etapas de la revista —a cuya dirección se sumó después José María Hinojosa— y sus suplementos la convirtieron en un bastión de la nueva generación de escritores y artistas.
“En la imprenta, claro, también hacían folletos, tarjetas de visita, sobres con membretes, hojas para empresas y particulares. De eso vivían, no de la revista y los libros de poesía”, subraya Inglada. El estallido de la Guerra Civil paralizó el trabajo. En 1937, una de las Minerva Monopol fue destinada entonces al frente de Vélez de Benaudalla, en Granada, para publicar propaganda republicana y, después, se perdió. La otra quedó en manos, como el resto de la maquinaria y utensilios, de la Jefatura Provincial de Prensa y Propaganda de la Falange. Rebautizaron la imprenta como Dardo —Sur pasó a convertirse en el nuevo periódico del movimiento en la ciudad— y sirvió para editar 17 números de una revista falangista homónima.

Los caminos de la imprenta Sur —ya Dardo— y Litoral se fueron cruzando en las décadas siguientes de manera irregular, mientras del taller también salían colecciones como A quien conmigo va, fundada por José Antonio Muñoz Rojas y Alfonso Canales; las revistas Caracola o Caballo griego para la poesía, de las que hay algunos ejemplos en la exposición, como también se pueden ver trabajos de Leopoldo María Panero, Pablo García Baena o Luis Eduardo Aute. La evolución tecnológica fue dejando en desuso la vieja maquinaria, que se usaba solo en ocasiones puntuales para, ya en este siglo XXI, centrarse en publicaciones como El Castillo del Inglés: Pensil de nobles doncellas. Luego dejó de utilizarse.
Desde 2019 el impresor Pepe Andrade, nieto de quien trabajó con Prados y Altolaguirre, volvió a poner en marcha las viejas maquinarias tras cinco años de silencio para imprimir el soneto Vuelta a la mar de Málaga, de Manuel Alcántara. Nació entonces una colección de ediciones artesanales cuyos últimos trabajos salieron de la prensa el pasado febrero: Banda Sonora, de Álvaro Salvador; La ciudad que fuimos, de Jordi Virallonga; y Tittle_Essay on a infinite onion, de Javier Adrada.

Al igual que la imprenta Sur, la revista Litoral sigue hoy “más viva que nunca”, como subraya su director, Lorenzo Saval. “Las hemos pasado canutas para mantenerla, pero ahí seguimos, como una revista de poesía, arte y pensamiento”, cuenta el máximo responsable de una publicación que en 2021 obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura otorgado por el Ministerio de Cultura. En 2026 se cumplirá el centenario de su nacimiento y, al siguiente, el de la Generación del 27. “Después de celebrar el aniversario de la imprenta, ya estamos trabajando en las exposiciones que servirán para conmemorar ambas fechas. Habrá conferencias, presentaciones y muchas actividades”, concluye Manuel López Mestanza, responsable de Cultura en la Diputación Provincial de Málaga.
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