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María José Llergo invoca a sus maestros en Jerez antes de partir para su gira europea

María José Llergo invoca a sus maestros en Jerez antes de partir para su gira europea

Es como si hubiera necesitado esta toma de tierra antes de volar a media Europa en otoño. María José Llergo (Pozoblanco, 31 años), una de las voces flamencas al servicio de la electrónica y los nuevos ritmos con más proyección nacional (cuando ganó en 2020 el Goya por su canción Te espera el mar, de la película Mediterráneo, su carrera explotó), da prácticamente por terminada su temporada de verano con el concierto que ofreció este sábado en Jerez de la Frontera (Cádiz), en el marco del Tío Pepe Festival. El recital tuvo mucho de olor a bodega antigua (en el sentido más literal del término, los efluvios de los vinos generosos más antiguos del país se colaban en el concierto con cada racha de aire, procedentes de las botas centenarias de la firma González-Byass, donde se celebró) y de las voces ancestrales con las que esta artista de juventud aún arrebatadora ha construido los cimientos de su carrera musical.

Mientras los teclados electrónicos, sintetizadores y la percusión se agarraban al presente, Llergo se acordaba de la Paquera de Jerez, que fue la reina de la Bulería y una mujer con pulso de hierro que desafió los convencionalismos de su época; de la eterna Lola Flores, de quien versionó un aplaudido Pena, penita, pena que inevitablemente se vio obligada a cantar con un mayor del lugar que se encontraba entre el público; e incluso de Camarón de la Isla —natural de la cercana ciudad de San Fernando—, con el que se despidió de Andalucía en una improvisación que fue rápidamente reconocida por un auditorio que venía a recordarle sus orígenes a esta cordobesa que estudió desde niña “toda la discografía antigua de Triana y de Jerez”, explicaba a EL PAÍS, aún en estado de euforia minutos después del concierto.

María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.
María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.Adrián Fatou

“Hay tanto poso flamenco en esta tierra que era un reto muy grande, y a la vez una alegría inmensa, poder estar aquí”, continuaba la artista tras el que ha sido su debut en la ciudad gaditana de Jerez, una de las grandes mecas del flamenco en el mundo. El público, de hecho, la despidió con unas atronadoras palmas por bulería. “Eso no pasa en todos los escenarios, y es muy mágico”.

A partir de aquí, le quedan tres bolos en España antes de partir en noviembre a la que será su primera gira europea: París, Mánchester, Londres, Bruselas, Berlín, Winthertur, Lausana… Ciudades que a priori podrían parecer más dadas a aplaudir su cercanía con la electrónica, pero donde la cordobesa ha decidido jugársela: irá con un piano y su voz. “Es mucho más orgánico, y eso me gusta especialmente”, explica. ¿Y cómo acogerán estos públicos esta voz desnuda tan flamenca, aunque se acerque a otras músicas? “Cuando alguien me pregunta cómo defino mi música, me gusta pensar en esta nueva forma de definir los géneros fluidos, los que no se identifican ni con uno ni con otro. Pues mi música es género fluido, totalmente. Cuando me pide el cuerpo ir más a la música clásica, me voy. Y cuando me voy más al flamenco es porque de verdad lo siento y me apetece. También cuando me vienen unos synths y una electrónica súper deep, pues también, ¿Por qué no? Al final, a la hora de componer, siempre manda una emoción. Y eso es lo que hace que al final tenga un carácter más electrónico, más orgánico, más acústico, lo que sea”.­

María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.
María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.Adrián Fatou

A esta nueva aventura continental viaja Llergo —tal y como recaló el sábado en Jerez— con un disco, Ultrabelleza, el segundo de su carrera, que está desafiando la obsolescencia programada de la industria musical. Publicado hace más de dos años, sigue asombrándole cómo es recibido por el público donde se presenta. “Poder estar girando más de dos años con un mismo disco es una cosa muy atípica hoy. Y a mí eso me llena de alegría. Porque cuando hago una obra, no la hago pensando en que pueda ser un éxito del momento. No, yo la hago pensando en un legado que yo deje para el día que yo me vaya. Y el hecho de componer a fuego lento, mirando muy bien los detalles, haciéndolo con ese mismo y ese tiempo que requieren los pucheros, puede hacer que perdure”, reflexiona la artista mientras una aglomeración de seguidores la espera tras la cancela de las bodegas.

Ultrabelleza, que repasó casi al completo durante el concierto, es un disco en el que María José Llergo se ha vaciado. Y también se ha retratado, en su “activismo inevitable” y su discurso feminista, de justicia social, en favor de la diversidad, de defensa de la naturaleza… Por delante le queda el desafío de aportar algo nuevo en un siguiente trabajo discográfico. ¿Le queda algo por contar a esta cordobesa? “Mucho. A ver, soy hipersensible, pa’ bien y pa’ mal. Y creo que es un don, porque esa hipersensibilidad puedo canalizarla a través de música y canciones. Cada día puedo contar muchas cosas: Si yo en mi día a día abro el Instagram como todo hijo de vecino y lloro viendo lo que está pasando en Palestina, ¿cómo no lo voy a decir y cómo no lo voy a compartir?”, se pregunta.

María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.
María José Llergo, en su concierto en Jerez de la Frontera, en el Tío Pepe Festival. Cedidas por la organización.Adrián Fatou

De manera espontánea, sin saberlo, María José Llergo participa de un debate abierto en este periódico sobre si los artistas están obligados a posicionarse públicamente ante conflictos como la Guerra de Gaza. “Al final es honestidad. No digo que todos los artistas se tengan que exponer. Pero para mí es irremediable. No sería yo si no pudiera decir lo que siento. Y no pienso sacrificar esa libertad por tener éxito”, expone con una dulzura en sus palabras y en el tono de su voz con el que va conduciendo toda la conversación.

De fondo, como recordándole cuál es su raíz, la observa una escultura de quien lleva uno de los nombres más célebres de la cultura vinícola española: José Ángel de la Peña, el tío Pepe de Manuel María González Ángel, fundador de las bodegas jerezanas que convirtió a quien fuera su apoyo fundamental en la marca comercial del vino fino más famoso del país. Llergo tiene una vinculación idéntica con su abuelo, del mismo nombre, al que invoca, sin excepción, en cada concierto. Un agricultor de 95 años, sin estudios, que le enseñó a cantar “mientras araba el campo”. “Vivió la Guerra Civil siendo un niño de 6 años, su vida ha sido muy dura. Y él está en mí siempre, siempre, siempre… En muchos conciertos acabamos coreando Pepe, Pepe, Pepe. Y yo lo grabo en vídeo y luego se lo enseño y se emociona muchísimo”, se ríe y emociona también la artista al recordarlo.

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