Teju Cole: «Si le dejaran, Donald Trump iniciaría programas de exterminio»

Teju Cole lo tiene claro, el arte no sirve de nada. No tiene que servir de nada. No es su utilidad lo que le da valor. «Un poema no es una silla», asegura. Pero si no sirve de nada, ¿cómo puede encerrar tanta belleza, tanto significado, tanto consuelo para los seres humanos? «Si das a un ingeniero las instrucciones para construir un avión, construirá un avión y volará todas las veces. Si tu le das a un poeta las instrucciones para escribir un gran poema, puede que no lo llegue a escribir nunca. El arte es un misterio, es mágico, y ese es su gran valor», comenta.
El arte y la capacidad humana de creación de los horrores más absolutos y de la belleza más sublime es el gran protagonista de 'Papel negro. Escribir en tiempos de oscuridad' (Acantilado), una recolección de artículos y ensayos que giran a cómo el arte puede coexistir con las grandes catástrofes de la humanidad, del conflicto de Gaza a la guerra de Ucrania, del drama de los refugiados al racismo institucionalizado y el auge de los discursos de odio. «El arte me permite abrir una puerta para adentrarme dentro del corazón de estos conflictos y hablar de ellos de forma más directa, mucho más que si me limitase hablar de datos estadísticos», señala Cole.
Los ensayos, divididos en cinco partes, se abren con la abrumadora comparación de la obra de Caravaggio, y su propio periplo como refugiado en Nápoles,Malta y Sicilia, con el drama de los inmigrantes que a cada hora llegan a las costas Italia subidos a botes que en muchos casos nunca llegan a puerto. «Hay momentos que te trastocan todos los sentidos. Son golpes de realidad. Estaba siguiendo el periplo de Caravaggio mientras huía de Roma acusado de asesinato y llegué a un puerto donde guardaban una pequeña barca recuperada del mar. Nada más subí a ella, no vi la muerte, pero sí la olí, y no pude evitar caer de rodillas y ponerme a llorar. Porque ahí había decenas de historias que yo no sabía, historias de personas reales que acababan de ser borradas para siempre», asegura el escritor.
A partir de aquí podemos leer cómo no puede evitar escribir a un amigo, a pesar de saber que está muerto. O de su admiración e idolatría a Edward Said y su lucha en favor de la causa Palestina. «El caso que estemos aquí sentados, mientras allí mueran 10.000 personas sin consecuencias es una catástrofe moral», afirma. La jerarquización estructural de occidente que parece afirmar que unas vidas tienen más valor que otras es otro de los temas del libro. «Hay realidades que rompen cualquier categoría intelectual y te has de enfrentar con ellosde manera más libre», asegura Cole.
El escritor nos da la mano para viajar con él y sus amigos por todo el mundo y ver el influjo del arte en las vidas ajenas. «No pertenecemos a naciones, razas o religiones, sino que el sentimiento de pertenencia más grande es con nuestra familia y amigos. Estos ensayos no buscan respuestas, sino iniciar con el lector un pensamiento y ver a dónde nos lleva. El arte abre conversaciones que simulan las que podemos tener con personas importantes para nosotros», concluye.
En otro de los ensayos, Cole recuerda el día en que certificó que Donald Trump era un auténtico villano de película. Era 2015 y todavía estaba en la lucha por convertirse en presidente de los Estados Unidos por primera vez. Dos hombres caucásicos habían golpeado violentamente a otro de ascendencia mexicana. En lugar de condenar la agresión, Trump simplemente dijo que sus seguidores eran muy apasionados. «Y todavía hay quien niega que sea racista. Un tema que me fascina es cómo podemos obcecarnos en opiniones preconcebidas por muchos datos y evidencias que se nos presenten. Estoy convencido que Trump, si supiese que se podría salir con la suya, iniciaría programas de exterminio», asegura.
Lo que no cree que cambie nunca es la dominación de la creación humana sobre cualquier experimento de la inteligencia artificial. «Me interesa la decoración y a veces me aparecen en instagram imágenes generadas por IA de diferentes habitaciones. Todas parecen muertas, porque no hay historia detrás. Es la historia personal la que nos confiere vida y es el eco de esta historia la que nos comunica entre humanos y nos homogeniza como especie», concluye Cole.
ABC.es