Vilma Fuentes: Maternidad en declive

Vilma Fuentes
L
a baja de la natalidad en Francia inquieta tanto a las autoridades como a los expertos de la demografía. Los nacimientos han descendido a su más bajo nivel desde finales de la Segunda Guerra Mundial. La situación es preocupante, pues, mientras la natalidad baja, los años de vida aumentan, lo cual significa que habrá menos personas activas para mantener a la gente de edad jubilada.
La tasa actual de nacimientos es de 1.6 por ciento por pareja. Esto no quiere decir que las mujeres den a luz un bebé completo y otro sin parte de las piernas o la totalidad de los brazos. Simplemente, las cifras se limitan a contabilizar los nacimientos y a distribuirlos entre el número de posibles parejas existentes. Las estadísticas son tan abstractas como inhumanas.
Antes de proceder a crear incentivos para propiciar los deseos de paternidad y maternidad, cabría comenzar por preguntarse el porqué de esta baja de la natalidad.
Los sondeos al respecto arrojan varias respuestas, más o menos decisivas sobre los motivos que llevan a una pareja a reducir el número de hijos. Las causas varían desde luego entre los hogares según su situación geográfica, las edades de las parejas, los medios económicos, la religión, las aspiraciones financieras, intelectuales u otras. Una familia católica practicante tendrá una progenitura más numerosa que una laica. Un matrimonio entre musulmanes creará una familia aún más numerosa.
Otro factor importante es la educación sexual. La utilización de anticonceptivos es más amplia en las ciudades que en el campo; en la capital que en provincia.
También causa de esta baja es la aspiración de buena parte de mujeres de realizarse profesionalmente, lo cual limita la procreación cuando no la excluye de los proyectos femeninos.
Entre los motivos de este descenso de la natalidad se agrega la negativa de buena parte de la población masculina de ocuparse de los hijos mientras la mujer trabaja. Al parecer, sin caer en la generalización, la ternura paternal en Francia es menor que la maternal.
Una de las consecuencias inquietantes es el remplazamiento de la población. En efecto, la población inmigrante tiende a reproducirse más que la francesa de origen, lo cual, a la larga, conduciría a una mayoría de descendientes de árabes adeptos a la religión musulmana y con costumbres diferentes a las occidentales; es decir, la delegación de las mujeres al área doméstica, la obligación femenina de velar el rostro, la posibilidad masculina de desposar varias mujeres…
En su novela titulada Soumission, publicada en 2015, para algunos narración casi profética, el escritor Michel Houellebecq traza la vida de un profesor en una república francesa donde la islamización va ganando terreno y termina por reinar en el medio educativo. El protagonista debe decidir entre convertirse al islamismo y gozar de prerrogativas incontestables en su profesión o conservar su religión y perder su empleo en la universidad. La nueva religión le ofrece ventajas como la poligamia, pero se vería sometido al orden impuesto por la fraternidad musulmana
. Houellebecq deja las posibilidades abiertas a su indeciso protagonista. Lo que es claro en esta novela es la situación a la cual quedarían sometidas las mujeres: el encierro en harems, el rostro velado, la total imposibilidad de una aventura o una carrera profesional.
Houellebecq sitúa su novela en una coyuntura política especial, donde la fraternidad musulmana se impone en el medio universitario.
En la actualidad francesa, el peligro real es la baja de natalidad de los franceses que deja el campo abierto a las familias de inmigrados que practican la religión musulmana y tienden a una procreación con mayor aumento que la de la pareja francesa.
En lo que a mí respecta, es evidente que mi condición femenina me hace inaceptable una religión que confina las mujeres al dominio doméstico. Sí a las naciones del llamado tercer mundo, pero un no definitivo a creencias donde la mujer es sometida.
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