Operación "Tridente", un fiasco sin precedentes de la policía marsellesa para abatir a un narcotraficante

Imaginen que saliera un artículo que afirmara que la OFAST [Oficina Antinarcóticos] había importado estupefacientes a territorio francés y que ciertas personas se habían beneficiado (...) al vender estos productos a través de sus propios informantes. El 22 de marzo de 2024, en pocas palabras, pronunciadas durante una conversación telefónica con su esposa, Hervé (nombre ficticio), resumió el asunto que sacude a la sucursal marsellesa de la OFAST desde hace un año.

Las revelaciones de este cerrajero de 60 años, reservista operativo de la policía, están en el origen de una vasta investigación de doble filo, salpicada de trampas, infracciones y vericuetos. Creación de una red de tráfico de cocaína desde cero, pago a informantes en kilos de droga, manejo de drogas y dinero sucio, todo bajo el control bastante laxo de los agentes locales de la policía antidrogas: cegados por la esperanza de dar el "golpe" de su carrera, derribando a Mohamed Djeha, alias "Mimo", uno de los mayores narcotraficantes de Francia, los agentes de la policía marsellesa cruzaron línea roja tras línea roja.

La institución creyó haber reducido hábilmente este caso extraño y angustioso a la escala de uno de esos casos de corrupción que se han vuelto casi comunes: un puñado de policías corruptos actuando fuera de control, unas cuantas hogazas de drogas desaparecidas, "negocios como siempre". Pero a lo largo de un procedimiento de más de 3.000 páginas, que Le Monde ha podido consultar, la investigación realizada por la policía, ahora bajo la autoridad de la jurisdicción nacional de lucha contra el crimen organizado, revela otra realidad.

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