Kidora Muñoz, la campeona que les enseña ajedrez a otros niños

Las piezas empezaron a moverse en la mesa del comedor mucho antes de que Kidora Muñoz, hoy con 11 años, supiera lo que era un jaque mate. Tenía apenas ocho años cuando decidió que el ajedrez no sería solo un juego ocasional con su papá, Juan Manuel, sino el centro de sus mañanas. Entre libros abiertos, partidas online y anotaciones con flechas y números, fue construyendo una rutina que pocos niños sostendrían: dos horas y media diarias de entrenamiento, antes de ir a la escuela.
Ese esfuerzo la llevó este año a Mar del Plata, donde se midió con casi una veintena de rivales en el campeonato nacional sub 12. Volvió logrando nada menos que un tercer puesto en la categoría femenino y, sobre todo, con una distinción inesperada: fue una de las cuatro niñas elegidas —entre 370 participantes— para recibir la mención especial por “juego limpio”, un reconocimiento al respeto y la cortesía frente al tablero y sus contrincantes.
“Hoy se valora que los chicos se sienten, se miren a los ojos y saluden antes de jugar. No es tan obvio como parece: en las competencias puede haber malos tratos o actitudes antideportivas. Este premio busca incentivar el compañerismo y el juego sin trampas”, explica Juan Manuel, quien también juega al ajedrez desde su adolescencia y le mostró el camino a su niña.
En la infancia de Kidora también hubo karate y teclado, pero el ajedrez fue ganando espacio hasta desplazarlo todo. Salió primer puesto en el campeonato provincial realizado el año pasado y también en Mendoza lidera el circuito femenino del Prix, un torneo mensual que reúne a jugadoras de todas las edades. Representa al club de la UNCuyo con el profesor Emil Zuvich y entrena también con Cristian Acosta, un mendocino radicado en Mar del Plata que le da clases online.
En casa, la mamá, Eliana Mareño, se sumó al tablero casi por ósmosis desde que conoció a su esposo y ahora el ajedrez es cosa de tres. “Usamos mucho internet: plataformas como chess.com o videos de YouTube. Los libros casi no los tocamos”, cuenta el padre.
kidora con sus padres

Los torneos también le regalaron a Kidora amigas, una de las cosas que la niña más valora cuando habla con Los Andes: “Me gusta poner al adversario algo nervioso -dice, pícara-, pero lo que más me gusta del ajedrez es hacer amigas. Soy amiga de la Emilia, de Rivadavia; de la Guadalupe y la Sofi, de Mendoza”. Para colmo de bienes, este año hizo buenas migas con Mía Álvarez, de Buenos Aires, la campeona argentina 2025 en la competencia con sede en Mar del Plata.
Pero no todo siempre fue armonía en las competencias de ajedrez a las que asistió “Kido”: “Me ha pasado que se enojen a veces y tiren las piezas cuando he ganado algún partido. Con las chicas no, pero con varones sí me ha pasado”, recuerda la campeona.
Su papá recuerda que, al principio, cuando ganaba Kidora algunos se ofuscaban porque, encima de pequeña, era nena y no varón. “Antes estaba esa cosa de ‘¿cómo te va a ganar una mujer?’. Hay como un sesgo algo machista en este juego, pero bueno… con sus resultados, se ha ganado el respeto dentro del ámbito local”, dice, con inocultable orgullo.
El tablero y la calleEl ajedrez competitivo exige horas de concentración y fines de semana enteros en torneos. “Es un deporte muy exigente mentalmente. Uno termina agotado”, reconoce Juan Manuel. Por eso, la familia empezó a aflojar el exigente ritmo para dejar espacio a otros juegos.
“Vivimos en un barrio medio rural, donde los chicos son de jugar con tierra, andar en bici, patear la pelota. Antes no salíamos tanto; ahora Kidora se junta con ellos y también les enseña ajedrez”, cuenta. La niña celebra ese cambio: “Ahora me divierto más. Jugamos al pasapiezas, también corro, ando en bici. Y en el barrio aprenden sobre el rey, la dama y los alfiles y son los padres de Kidora quienes abren las puertas de su casa -y sus tableros- para divulgar este deporte.
kidora campeonato nacional

De hecho, esta semana, Kidora tuvo su debut como “profesora” en su propia escuela: “La directora me pidió que les enseñara a los chicos de cuarto grado a mover las piezas”, cuenta. Lo básico para Kidora, pero todo un desafío para la pequeña campeona. “Fue lindo, aunque algunas no me prestaban atención. Sí hubo un niño más pequeño sí me escuchaba y me hacía muchas preguntas”, dice, jugando a adivinar quién podría ser uno de sus sucesores a futuro.
Sueños y regalosPese a las medallas y distinciones como ajedrecista, Kidora quiere ser ingeniera química cuando sea grande. Nada de astronauta, cantante, actriz o youtuber. Su papá le mostró un día lo que hacen los ingenieros en esa área y a ella la idea de dedicarse a mezclar elementos le parece “divertido”.
Así, entre experimentos caseros y torneos en blanco y negro, este Día de la Niñez Kidora lo recibió con un regalo que pidió especialmente: una pelota para jugar al fútbol con sus amigos del barrio. Ya en su casa, la caja de madera con las piezas convive con una pelota nueva, lista para rodar en la calle. Porque Kidora es, a la vez, campeona, alumna, amiga y vecina. Y aunque sabe que un jaque mate bien dado se disfruta y mucho, intuye que “patear el tablero” de vez en cuando también se parece a la felicidad.
losandes