Niñez robada en la Argentina: Tres libros reconstruyen el difícil camino hacia la propia identidad

El estreno de la serie El Eternauta el pasado 30 de abril rápidamente se convirtió en un fenómeno mundial. Por fuera de la pantalla, parte inevitable de la conversación lleva a recordar la historia trágica de uno de sus creadores, Héctor Germán Oesterheld, que continúa desparecido junto con sus hijas -dos de ellas embarazadas- y dos de sus yernos. Según informó Abuelas de Plaza de Mayo, la popularidad de la serie incrementó las consultas de personas con dudas sobre su identidad.
El nieto del creador de "El Eternauta" Martín Oesterheld, sostiene dos fotos de su abuelo durante una entrevista con EFE en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Se trata de un renovado impulso a una tarea de búsqueda que lleva casi cincuenta años de vigencia. En enero de este año se anunció la resolución del caso 139, pero se estima que quedarían todavía por resolver casi 400 casos más.
Para la persona que duda, afrontar una búsqueda es una trama íntima y siempre única que no responde a la urgencia de una demanda histórica. “A la historia solo parecen preocuparle los hechos, las emociones quedan siempre marginadas”, dice Svetlana Aleksiévich, en uno de los epígrafes que el periodista Federico Bianchini elige para empezar su libro Tu nombre no es tu nombre (Editorial Marea) en el que cuenta el caso de Claudia Poblete Hlaczik, el primero que dio por resultado una condena a un militar por robo de bebés.
Claudia Poblete vivió hasta sus veintiún años bajo la identidad de Mercedes Landa, una chica del barrio de Belgrano que estudiaba Ingeniería en Sistemas. En febrero del año 2000, a partir de una citación judicial, supo que sus padres biológicos habían sido José Poblete y Gertrudis Hlaczik, militantes de Montoneros.
Desde ese momento, empezó a protagonizar el proceso atravesado de contradicciones y sentimientos encontrados que implica aceptar un pasado cargado de dolor, disponerse a recibir el amor inesperado de una familia biológica y acostumbrarse a llamar “apropiadores” a quienes hasta entonces les decía “papá” y “mamá”.
En su libro Los nietos te cuentan cómo fue. Historias de identidad (Marea) Analía Argento y Mariana Zaffaroni Islas también se propusieron acercarse a la experiencia personal de trece nietos recuperados, entre ellos, una de las autoras y la ilustradora Sabrina Gullino, quien sigue buscando a su hermano mellizo. Argento ya había trabajado la temática en su libro De vuelta a casa. Este nuevo libro, pensado para un público juvenil, constituye un documento más que da testimonio para llegar a las nuevas generaciones y, a su vez, ilustra la variedad de casos.
Buscarita Roa, la abuela de Claudia Poblete Hlaczik. Foto: Abuelas de Plaza de Mayo.
Mientras que unos fueron a buscar respuestas, otros recibieron la noticia por vía judicial y tuvieron que lidiar con la responsabilidad de ser la prueba viviente del crimen cometido por quienes los criaron. Por otro lado, no todas las adopciones fueron criminales o irregulares.
Tampoco todos los encuentros con las familias biológicas fueron idílicos. El descubrimiento de la verdad no implicó siempre romper lazos con las familias de crianza. Y, sin duda, no fue la misma experiencia para aquellos que recibieron la noticia con menos de diez años cumplidos que para quienes ya tenían más de cuarenta.
Daniel Santucho Navajas confirmó lo que sospechaba hace mucho tiempo en julio de 2023, cuando tenía cuarenta y seis años. Como narra en Nieto 133. Mi camino hacia la verdad (Planeta), toda su vida volvió a empezar. En su caso, además de sus hermanos, lo esperaba un padre. A su abuela, Nélida Gómez de Navajas, no llegó a conocerla.
“Como la desaparición forzada, la apropiación de la identidad es un delito que se sigue cometiendo una y otra vez. Es una mentira que se multiplica a la enésima potencia”, describe en su libro.
En las historias de nietos recuperados hay similitudes, ecos que se repiten. El momento del reconocimiento mutuo con los familiares de sangre, la emoción de encontrar por primera vez un parecido físico en otros. Coincidencias inexplicables entre vidas que transcurren a la distancia.
También, en muchos casos, el rol de la familia propia y de los hijos como catalizador de la búsqueda de la identidad: el apellido deja de ser un problema de índole individual para convertirse en un legado. Y, a pesar de lo arduo de los procesos de recuperación, la sensación compartida de que las piezas que no encajaban por fin se acomodan. “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, le dijo su tío a Poblete, en uno de sus primeros encuentros.
Manuel Gonçalves fue el primer nieto restituido en ocupar un lugar en la comisión directiva de Abuelas, tomando el puesto que la abuela de Daniel Santucho había dejado vacante tras su fallecimiento. Poblete es la actual primera vocal de Abuelas de Plaza de Mayo, mientras que su abuela ocupa la vicepresidencia del organismo.
Mariana Tello Weiss. Foto: Alejandra López, gentileza editorial.
El compromiso compartido sella la promesa de continuidad, un pasaje de antorcha generacional. A medida que pasan los años, las abuelas envejecen, pero dejan un legado que excede fronteras, por ejemplo, a través del avance científico que implicó el índice de abuelidad. En la actualidad, el empleo de novedades tecnológicas como la inteligencia artificial permite imaginar posibles rostros de los nietos faltantes.
“Sin relato, la historia se diluye”, escribe Bianchini al narrar su experiencia visitando el centro clandestino en donde estuvieron detenidos los padres de Poblete. Los espacios por sí mismos, dice, no alcanzan para transmitir la memoria, aunque su preservación sigue siendo necesaria para los juicios de crímenes de lesa humanidad en curso.
Mariana Tello Weiss es psicóloga, doctora en Antropología fue investigadora en el excentro clandestino La Perla y presidenta del Archivo Nacional de la Memoria. También fue una bebé apropiada por un policía que participó del operativo en el que mataron a su madre, aunque su abuelo pudo recuperarla a los tres meses del hecho. En su libro Fantasmas de la dictadura: Una etnografía sobre apariciones, espectros y almas en pena (Sudamericana) analiza, desde una mirada académica, los relatos de apariciones, visitas a médiums y otros sucesos inexplicables. Un tema, que, según su autora, fue durante mucho tiempo un tabú, pero que forma parte de la experiencia vivida de víctimas y familiares.
El relato cinematográfico fue fundamental para Santucho Navajas. Aunque iban a pasar muchos años antes de que iniciara su búsqueda de identidad, dice que recuerda el momento en que vio la película La Noche de los Lápices como una bisagra en su vida. Fue una primera semilla que empezó a resquebrajar el mundo construido por su apropiador, un primer indicio de que había otro lado de la historia.
En el libro de Argento y Zaffaroni Islas, a través de las películas, canciones o libros que los nietos mencionan entre sus favoritos, hay relatos de ficción que se vinculan de formas inesperadas con sus historias personales. Harry Potter o la película A.I. Inteligencia artificial de Steven Spielberg, en principio tan lejanas a los hechos de la dictadura argentina, hablan de la identidad de niños sin padres.
Desde hace veinticinco años, teatro por la identidad también propone nuevas formas de relatar las búsquedas y las historias de los nietos. Entre manifestaciones públicas, jornadas en escuelas, documentales, acciones con figuras del mundo del deporte o el espectáculo, los organismos de derechos humanos se esfuerzan por seguir interpelando a la sociedad.
A pesar del panorama de recortes del Estado en las áreas que apoyan las investigaciones sobre estos crímenes, la ya conocida consgina sigue siendo una invitación: “si naciste entre 1975 y 1983, podés ser uno de los nietos y nietas que nos falta encontrar”. Del otro lado, estarán las 139 historias para dar la bienvenida y acompañar.
Clarin