Una película inacabada: Un prodigio de cine a la fuga de cualquier confinamiento (*****)

Desde Host, de Rob Savage, a Tiempo compartido, de Olivier Assayas, pasando por Sick, de John Hyams, o Language Lessons, de Natalie Morales, la pandemia del covid ha servido igual para el terror que, mayormente, para la introspección o, dado el caso, la comedia romántica. Pese a lo que pueda parecer por las estrictas reglas del confinamiento mundial de 2020, el Zoom y la certeza de verse definitivamente solo pese a todo se convirtieron en terreno fértil para un cine construido sobre la imaginación del espectador, exactamente en ese lugar fuera del foco de la cámara donde habita el miedo, la incertidumbre y el misterio. Humano demasiado humano. Una película inacabada, del director chino Lou Ye, no es una cinta más sobre el tema, no es un nuevo ejemplo y ya tardío sobre la crisis que conmovió al mundo hace cinco años y que, dado al ritmo que discurre la actualidad, ya casi hemos olvidado. Bien al contrario, se trata de exactamente la película que, de algún modo, merecía un acontecimiento tan traumático, distópico, decisivo y exagerado. Todo eso fue.
El planteamiento es lo suficientemente confuso e inesperado como para generar las mayores expectativas. O las menores, da igual. Un director y su equipo deciden recuperar la película que rodaron hace diez años y que dejaron inconclusa. La idea es ver la posibilidad, pese al paso del tiempo y de la misma vida, de terminar lo que se dejó a medias y hacerlo con el mismo equipo. Aquella era una historia de amor con traiciones de por medio en una ciudad inhóspita y muy traidora. Una película inacabada se presenta como cine dentro de cine y su narración no se ocupa de nada más que de la propia narración sobre cómo narrar lo tal vez inenarrable. Tal cual.
Por momentos, estamos ante una especie de comedia de aire intelectual y algo pedante, pero comedia al fin al cabo. Y así hasta que durante el rodaje surge una pandemia, una pandemia mundial. De repente, todo el equipo de producción queda confinado en el hotel y, también de repente, lo que parecía motivo de alegría (la recuperación de una historia olvidada) se va convirtiendo poco a poco en cinta de terror primero, en melodrama más tarde, y, por fin, en el más emotivo relato de la memoria de una ciudad martirizada. En la distancia, uno de los protagonistas habla por teléfono con su mujer confinada en Wuhan, el lugar donde surgió todo, y entre los huecos, silencios y grietas que deja la conversación estalla en la pantalla una desolada historia de amor al menos tan traumática, distópica, decisiva y exagerada como el propio covid que todo lo infecta.
Lou Ye, un director siempre obcecado en el romanticismo tan cerca del amour fou, compone de este modo no diremos la película definitiva sobre el covid, pero casi. Una película inacabada descubre su propia imposibilidad a medida que avanza y en ese reconomiento de su más íntima impotencia acierta a componer el más bello, vivo, misterioso y contradictorio retrato de una muerte que se antoja muy cerca del mismo amor. Y viceversa. Sin duda, un prodidigio de cine libre y feliz a la fuga de cualquier confinamiento imaginable.
--
Director: Lou Ye. Intérpretes: Huang Xuan, Eric Qin, Qi Xi, Zhang Songwen. Duración: 106. Nacionalidad: Singapur.
elmundo