El sol puede brillar aún más para las Comunidades Energéticas
Más velocidad, menos burocracia. La idea es simple y se repite a menudo, en este y otros sectores.
El verano ha terminado y el sol sigue brillando en el sur de Europa. Sin embargo, las Comunidades Energéticas aún no pueden transformar todo este sol y esta energía en beneficios para las personas y las empresas. Esto se debe a los largos plazos para obtener las licencias, estipulados por la legislación desde 2022.
Los últimos datos de BloombergNEF (BNEF), publicados en el Renewable Energy Investment Tracker y que cubren el primer semestre de 2025, muestran una inversión global récord de US$386 mil millones en nuevos proyectos de energía renovable, un aumento del 10% en comparación con el año anterior.
Al analizar más detenidamente, observamos que el gasto en proyectos solares a pequeña escala compensó la disminución de la financiación para proyectos de mayor envergadura. Esta tendencia se debe en parte a la ventaja competitiva de los primeros, que se implementan rápidamente y pueden ponerse en marcha antes de que se produzcan cambios políticos significativos que afecten a los ingresos o la rentabilidad. En el caso de la energía fotovoltaica descentralizada, que incluye el modelo de Comunidades Energéticas, nos encontramos ante una solución probada que ofrece un coste energético más asequible, con cero emisiones de carbono asociadas a su producción. Además, ofrece mayor autonomía energética y resiliencia a las fluctuaciones de los precios del mercado, lo que permite a los miembros disfrutar de tarifas más predecibles y menos dependientes de factores externos. Por último, promueven la cohesión social y el papel activo de diversos actores locales en la transición energética, involucrando a particulares, municipios y empresas. En Portugal, las Comunidades Energéticas presentan una mayor concentración industrial y empresarial, pero también una sólida adopción en entornos residenciales y comunitarios. Sería conveniente considerar cómo fortalecer la implementación de este modelo, con tantos beneficios, pero persiste un reto: la concesión de licencias. Los retrasos son reales y tienen un impacto directo en el suministro energético a los miembros y en la falta de previsibilidad para los inversores que financian plantas fotovoltaicas. Ambos factores contribuyen a precios más altos para los consumidores finales. Más velocidad, menos burocracia. La idea es simple y se repite a menudo, en este y otros sectores. Pero vale la pena persistir y, objetivamente, aportar soluciones prácticas, involucrando a todas las partes interesadas: promotores, operadores, entidades licenciantes, autoridades reguladoras y otras partes responsables. El proceso de licencias debería ser más rápido y automatizado, permitiendo invertir tiempo y recursos en tecnología para perfeccionar el modelo de la Comunidad de la Energía, generando impacto donde realmente es relevante. Por ejemplo, en el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial que permitan su creación y gestión, optimizando el equilibrio entre la oferta y la demanda de los miembros. Al mismo tiempo, estamos acelerando la instalación y operación de soluciones integradas con baterías y cargadores de vehículos eléctricos que reducen los costos de transporte y aumentan la resiliencia de la red de distribución eléctrica. El verano ha terminado, y el sol sigue brillando en el sur de Europa, tanto para el turismo como para la agricultura.Pero para que la economía portuguesa sea más sostenible, también es necesario centrarse en la energía, motor de la competitividad y la reindustrialización. Y, en concreto, ¿qué hay de las Comunidades Energéticas? Tienen todo lo necesario para brillar aún más.
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