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Entre 1947 y 1952, el último año de la presidencia de Harry Truman, el presupuesto de defensa estadounidense pasó del 5,4% a un estratosférico 12,9% del PIB. Hasta 1960, este valor se mantuvo en el 10%. Europa, que avanzaba a otro ritmo, siguió un camino diferente: protegida por los EE.UU., que habían abierto el período de la Guerra Fría, pudo centrarse en otros asuntos y pasar los últimos 60 años eligiendo pacíficamente sus sucesivas reformas, formas de asociación y crecimiento económico sin poner en peligro el edificio del Estado del bienestar. Vale la pena ver cómo, a lo largo de los últimos dos mil años, Europa, que prácticamente no era nada, ha sido y ha dejado de ser varias veces el centro del mundo. Los mongoles dominaron toda Asia, desde el Pacífico hasta la actual Alemania, y dieron forma a China y a la India. Los otomanos sitiaron Viena y tomaron el Danubio. Los imperios flaquearon y fueron eliminados. La Europa de después de 1945 es una infancia llena de prosperidad: estamos asistiendo a un cambio en directo.