Desciframe o te devoraré

José Celso Martínez Corrêa, conocido como Zé Celso del Teatro Oficina, resurgió de las cenizas en varias ocasiones. Ya sea reconstruyendo la Oficina tras el incendio de 1966 o resurgiendo tras su encarcelamiento y exilio en la década de 1970, Zé Celso siempre emergió impávido y combativo.
Muerto en un incendio en su apartamento hace dos años, el director renace como el fénix en las páginas del libro O Devorador: Zé Celso, Vida e Arte, que reúne más de 40 ensayos, entrevistas y testimonios inéditos de personas que vivieron o fueron impactadas por su obra.
El gran activo de este extenso volumen es que revela un Zé Celso múltiple, siempre reinventándose, y cuyas intervenciones y preocupaciones fueron mucho más allá del escenario, consolidándolo como un gran intérprete de Brasil en las artes.
“El teatro fue el centro de sus actividades, pero desde allí avanzó e influyó en la música popular, el cine y la propia arquitectura con el audaz proyecto de Oficina”, afirma el periodista e investigador Claudio Leal, organizador del volumen y también autor de algunos de los textos reunidos, en entrevista con CartaCapital.
El libro busca iluminar las múltiples facetas del artista y, en una narrativa cronológica y temática, muestra cómo Zé Celso revolucionó el teatro y la forma en que pensamos sobre Brasil a través de la crítica política y una búsqueda continua de libertad artística y física.
Sin embargo, este no es un libro de homenaje. A través de ensayos teóricos, testimonios y entrevistas con el propio Zé Celso, se revelan las contradicciones del pensamiento en constante evolución del artista.
"Sería reductivo escribir un libro para celebrar su personalidad, por lo controvertido que fue. El elenco reunido para hablar sobre él le rinde homenaje, pero a través de una discusión crítica", dice Leal, quien buscó llenar vacíos en el debate sobre Zé Celso, como su experiencia en el cine y su exilio en Europa y África de 1974 a 1978.
El escritor Ignácio de Loyola Brandão y el hermano de Zé Celso, João Batista Martinez Corrêa, hablan de la juventud del artista en Araraquara, donde nació en 1937. Zé Celso afirmó existir culturalmente gracias al suicidio de Getúlio Vargas, en 1954.
El devorador: Zé Celso, vida y arte. Claudio Leal (org.). Ediciones Sesc (520 páginas, 130 reales)
Para él, el suicidio de Getúlio, que generó movilizaciones populares en apoyo a su legado, retrasó diez años el golpe de Estado, dando tiempo así para el surgimiento de movimientos artísticos como la bossa nova, el cinema novo, el tropicalismo, la contracultura y el Teatro Oficina, fundado en 1961.
Los inicios de Oficina se relatan en un artículo del actor Renato Borghi. Caetano Veloso recuerda el impacto de la puesta en escena de O Rei da Vela en 1967. «Fue impresionante, porque representaba todo lo que soñábamos lograr en la música popular», escribe.
Caetano también recuerda que, en el programa del espectáculo, Zé Celso incluyó referencias a Chacrinha y Terra em Transe (1967) de Glauber Rocha, que creía que solo eran producto de su imaginación. Leal afirma que la puesta en escena de O Rei da Vela fue una sugerencia del ensayista y profesor de teatro Luiz Carlos Maciel, inicialmente rechazada por Zé, quien solo accedió a representarla por insistencia de Borghi.
Escrita en 1933 por Oswald de Andrade y nunca representada hasta entonces, la obra reabrió la Oficina en São Paulo y colocó la antropofagia de Oswald –la deglución de influencias externas en la creación de una expresividad brasileña– en el centro de su marca autoral.
Leal también destacó a las personas que, con Zé Celso, ayudaron a construir la Oficina, con testimonios de profesionales de la escena (como las actrices Miriam Mehler, Ítala Nandi, Marieta Severo y Karina Buhr), de la música (José Miguel Wisnik, Gilberto Gil, Tom Zé, Júlio Medaglia, Jorge Mautner y Maria Bethânia) y del cine (Júlio Bressane y Rogério Sganzerla).
Bethânia afirma que fue gracias a Oficina y al Teatro de Arena de Augusto Boal que hizo realidad su deseo de actuar. Fue en Oficina donde conoció a Fauzi Arap, quien la dirigiría en varios espectáculos, comenzando con Rosa dos Ventos (1971), un hito en la interacción entre la música y el teatro.
La escenografía de O Rei da Vela, de Hélio Eichbauer, y el proyecto de la nueva Oficina, de Edson Elito, basado en la concepción de Lina Bo Bardi, también están iluminados. Para el organizador, Zé Celso imaginó un teatro integrado en la ciudad, sin muros ni límites físicos. Su visión resultó en un espacio con techo retráctil y amplios ventanales que permiten la interacción con el exterior.
El volumen también incluye un generoso folleto de fotografías que ilustran los textos, desde su Primera Comunión en Araraquara hasta su velatorio en la Oficina. Una de las fotos captura el trabajo de Zé Celso como actor en la trilogía de Os Sertões (2002-2007), donde interpretó a Antônio Conselheiro.
Para Leal, las últimas dos décadas del director, de 2003 a 2023, estuvieron dedicadas a lo que él llamó "el teatro de la desmasacre", centrándose en traumas formativos en Brasil, como la masacre de sertanejos perpetrada por el Ejército Republicano en Canudos, tema central de Os Sertões. En los últimos años, Zé Celso ha estado estudiando A Queda do Céu (La caída del cielo), una obra de no ficción del chamán yanomami Davi Kopenawa.
El organizador cree que, de completarse, este proyecto, que abordaría el exterminio de los pueblos indígenas, daría una nueva dimensión a la representación de los pueblos indígenas en el teatro brasileño. Con su interrupción, tras la muerte de Zé Celso, Os Sertões habrá sido, en opinión de Leal, «la experiencia más completa de su gesto de solidaridad con los pueblos masacrados».
Publicado en el número 1373 de CartaCapital , del 6 de agosto de 2025.
Este texto aparece en la edición impresa de CartaCapital bajo el título 'Desciframe o te devoro'.
CartaCapital