La respuesta a la indignación de José Pacheco Pereira

Leí con atención y respeto el texto publicado en “Público” por José Pacheco Pereira, donde expresa profunda indignación moral por la situación en Gaza.
No hay duda de que debe reconocerse el dolor de los inocentes, e Israel comparte ese dolor.
Pero es esencial aportar contexto y equilibrio a un debate que lamentablemente se ha vuelto excesivamente emotivo y, a veces, peligrosamente distorsionado.
El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó el ataque terrorista más brutal de la historia moderna de Israel. Más de 1.200 civiles, incluidos bebés, mujeres y ancianos, fueron asesinados con una crueldad indescriptible. Familias enteras fueron quemadas vivas, violadas, decapitadas. Más de 250 personas fueron secuestradas. Fue la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. Éste es el origen del conflicto actual y no se puede olvidar, omitir ni relativizar.
El objetivo de Israel no es exterminar a un pueblo, sino defender a sus ciudadanos y eliminar una organización terrorista que ha mantenido como rehenes al pueblo israelí y al pueblo palestino durante décadas.
Hamás no busca la paz: la rechaza. No quiere la coexistencia, quiere la destrucción del Estado de Israel, como está escrito en sus estatutos fundacionales.
Israel no celebra ni ignora el sufrimiento civil. Cada víctima inocente, ya sea israelí o palestina, representa una tragedia. Pero luchar contra un enemigo que se esconde entre los civiles y que utiliza escuelas, hospitales y mezquitas como escudos humanos plantea inmensos desafíos morales y militares. Sin embargo, Israel ha emitido advertencias anticipadas, abierto corredores humanitarios y facilitado ayuda, a menudo desviada por el propio Hamás.
Comparar esta guerra con el Holocausto es profundamente injusto. El Holocausto fue el intento sistemático de exterminar a un pueblo indefenso. Israel está luchando para garantizar que esto no vuelva a suceder. El Estado judío no existe para oprimir, sino para proteger a su pueblo de la persecución que ha enfrentado durante milenios.
La paz es posible, e Israel ya la ha logrado con países árabes como Egipto, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos. Pero para que haya paz, debe haber un socio en el otro lado que quiera lo mismo. Un Estado palestino puede y debe existir, pero no puede ser un Estado gobernado por el terrorismo.
Permítanme sugerirles la lectura de un libro fundamental: Comment ça va pas – Conversations après le 7 octobre de Delphine Horvilleur
Es legítimo criticar. Es legítimo exigir más a todos los lados. Pero también es legítimo —y necesario— defender la verdad y el derecho de Israel a existir en seguridad y dignidad.
Shalom
observador