El alma detrás del humor: ‘Sin querer queriendo’ revive la memoria del ‘Shakespeare’ latinoamericano

Chespirito es, sin duda, una de las figuras más entrañables de la televisión latinoamericana. Sus personajes, desde el Chapulín Colorado hasta el Chavo del 8, marcaron generaciones y le enseñaron a un continente que la ternura y el humor podían convivir en una misma vecindad.

Cuenta la historia que en la década del 50 un joven Roberto Gómez Bolaños comenzaba a hacerse un lugar en el mundo del entretenimiento mexicano. Trabajaba como guionista y libretista para Agustín Porfirio Delgado, reconocido director de cine que pronto quedaría cautivado por el talento de Bolaños. Cada línea escrita por él era una muestra de ingenio, humor fino y sensibilidad. Un día, luego de leer uno de sus guiones, Delgado no pudo contener su admiración y exclamó con entusiasmo: “¡Por Dios, eres un Shakespeare! ¡Bueno... un Shakespirito!”.

Aquel apodo espontáneo, dicho entre risas y admiración, daría origen a uno de los nombres más queridos en la historia de la televisión latinoamericana: Chespirito.

La nueva serie biográfica Chespirito, sin querer queriendo, que se estrenó el 5 de junio en HBO MAX, narra la historia de Gómez Bolaños desde sus inicios en los años 50, su ascenso en una incipiente industria televisiva y el alto precio que pagó por su deseo de ser reconocido y amado. Con una mirada íntima, sensible y profundamente humana, la serie explora no solo al artista, sino también al hombre detrás del ícono.

Desde Buenos Aires (Argentina), dos de los protagonistas de esta historia, Pablo Cruz Guerrero, quien interpreta a Chespirito, y Paola Montes de Oca, quien da vida a la Chilindrina, conversaron sobre la serie.

Paola Montes de Oca (P. M. O.): Que literalmente era un genio. Un genio que creó algo impresionante, que unió a tantas generaciones, a tantos países, a través de su comedia y su humor. Eso fue lo que descubrí. Pero creo que no había dimensionado el impacto que tenía en toda Latinoamérica hasta que empezamos a rodar esta serie. Ahora lo entiendo y me impresiona cada día más.

Pablo Cruz Guerrero (P. C. G.): Yo descubrí la cercanía que tiene con el núcleo familiar, especialmente en países de habla hispana y también portuguesa, como Brasil y Portugal, e incluso también en otros lugares de Europa y Asia. Yo lo veía como un comediante talentoso con un gran legado, pero gracias a esta serie descubrí el cariño y la conexión emocional que tenía con los hogares, con la familia. Eso me conmovió mucho.

P. M. O.: Yo creo que ir descubriendo su humanidad. Al final del día, todos somos humanos y podemos identificarnos con él porque atravesamos emociones y situaciones similares. Me sorprendió ver que no solo era una figura, un genio que escribía increíble, sino también una persona profundamente humana.

P. C. G.: A mí lo que más me sorprendió fueron las cifras de audiencia. Hoy, cuando una serie exitosa cierra una temporada con 50 o 60 millones de espectadores, ya es un fenómeno. ¡Y él tenía más de 300 millones semanales hace 50 años! Eso es algo que ya no se ve. Fue uno de los datos más impresionantes que descubrí.

P. C. G.: Sí, tiene una carga distinta, pero desde nuestro trabajo como intérpretes, el acercamiento no debería ser distinto. Se trata de conocer a fondo la historia, empatizar con sus circunstancias, sean las que sean, y conectar con ellas desde nuestra experiencia. Claro, está la presión de saber que fue visto por 300 millones de personas, pero al final, sea que lo conozcan millones o nadie, el proceso debe ser el mismo: compromiso y entrega total.

P. M. O.: Ahora empiezo a verlo como Pablo, pero al principio estaba muy nerviosa. Estaba asustada. Tenía muchas emociones encontradas. Era el compromiso más grande de mi vida, un reto que no sabía si podría cumplir. Pero gracias al proceso, a conocer a mis compañeros y compartir con ellos, se hizo más sencillo. El universo Chespirito tiene esa magia de unirnos. Nos unió muchísimo como grupo.

P. C. G.: Claro que sí... recuerdo que dos o tres semanas antes de comenzar las grabaciones tuvimos una lectura grupal. Justo ese día, el único en que estaríamos todos, amanecí sin voz, con gripa, todo congestionado. Me sentía muy inseguro. Pero esos momentos, si les das lugar, te llevan a otros descubrimientos.

P. M. O.: Sí, hubo demasiada presión. Pero al final del día trabajamos para hacer lo mejor posible desde nuestra interpretación, y lograr una conexión empática con el público que ama tanto a Chespirito.

P. C. G.: Como mexicano, supe de él desde que nací. Estaba presente en todos lados: en nuestra cultura, en las frases y dichos. Pero mi relación era distante hasta dos años antes de la serie, cuando por accidente empecé a conectarme con su contenido. Por eso, cuando recibí la llamada para la audición, fue totalmente sorpresivo.

P. M. O.: Nunca había contado esto pero a los cuatro años mi mamá me vistió del Chavo del 8 para un festival. Ese fue mi primer acercamiento. Ahí entendí quién era. Luego, al regresar del colegio, a veces lo veía mientras comía. No tuve tanto contacto porque ya era de las últimas generaciones que lo veía al aire, pero sí lo disfruté un poco.

P. C. G.: Exacto. El humor bien construido nunca es fácil. Siempre tiene un grado de profundidad. Provocar una risa, que es un estímulo muchas veces involuntario, requiere tocar fibras sensibles. Para eso se necesita cierto intelecto, saber qué decir y cómo. Y el hecho de que Gómez Bolaños y su equipo hayan logrado hacer reír a tantas personas durante tantos años demuestra que encontraron un lenguaje muy profundo y específico.

P. M. O.: Además, es muy teatral, muy físico. Es una energía constante. No es fácil. Hay que sostener un ritmo, una energía. Es agotador.

P. C. G.: Y como actores, también pasa que escribimos algo que creemos genial y luego, cuando lo llevas a la acción, no hace reír. Hay que probar, ajustar. Tiene un gran grado de complejidad.

P. C. G.: Aprendí lo bonito que es estar empapado de todas las áreas al contar una historia. Roberto se consideraba primero escritor, pero también actuaba, dirigía, producía, componía música, se metía con los efectos especiales. Tenía una pasión inmensa por experimentar para provocar alegría.

P. M. O.: Yo aprendí a ser empática con todo el equipo. Hay muchísimas personas trabajando para esto. Me hizo valorar el trabajo de todos, no solo el nuestro frente a cámara.

P. M. O.: Sí, un poco. Pero ya lo estoy soltando. Es un gran producto. Creo que es una gran serie, hecha con cariño, amor y honor hacia un gran maestro. Estoy segura de que va a gustar.

P. C. G.: Yo también solté ese miedo. Después de ver el primer capítulo, ya estoy convencido de que va a estar chévere.

P. M. O.: Humana, entrañable, emocional.

P. C. G.: Divertida, poderosa, empática.