El bullerengue, un género de mujeres anónimas y resilientes

La maestra Petrona Martínez siempre tuvo el sueño de replicar la rueda de bullerengue que presenció cuando era pequeña, en la que matronas de más de 60 años, a las que hoy recuerda como sus ancestras, se reunían a cantar y bailar al son del tambor. Ese sueño se alejaba ante la idea de que ella era, posiblemente, la última portadora de la tradición bullerenguera.
Su gran anhelo, que parecía más un imposible, se lo reveló a su productor, Manuel García-Orozco, un estudioso y curioso de la música folclórica colombiana que tomó ese sueño como un reto. Entre 2015 y 2018, se dio a la tarea de buscar a aquellas mujeres que preservaban el bullerengue en sus casas y comunidades en el corazón de la tierra del bullerengue: los Montes de María.
“Petrona no veía en su entorno a mujeres de su edad (mayores de 60 años) cantando bullerengue, pero yo sabía de la existencia de una: Juana del Toro. Ella era una mujer campesina que nunca había grabado. Entonces pensé que, si estaba ella, seguramente encontraría más”, dijo García-Orozco, más conocido como Chaco.
A través del voz a voz, así como ha prevalecido la tradición bullerenguera, Chaco viajó por los Montes de María, también conocido como la región epicentro histórico del género, y por el canal del Dique a buscar a esas mujeres anónimas que continuaron con el legado de sus madres y abuelas, cantando y resistiéndose al olvido a través de la música.
Además de Juana del Toro, de María la Baja, Bolívar, otros nombres aparecieron en esa búsqueda: el de Juana Rosado y Carmen Pimentel, ambas de Evitar, también de Bolívar; el de Fernanda Peña, de San Cristóbal del Trozo, en el mismo departamento; y el de Mayo Hidalgo y Rosita Caraballo, también de María La Baja.
Durante esos años, las conoció, las presentó, las reunió y las grabó durante las ruedas de bullerengue. Y en 2019, gracias a todo el material que tenía, lanzó el álbum Anónimas y Resilientes, voces del bullerengue, que obtuvo nominación en los Grammy y Latin Grammy. El sueño de Petrona se materializó con su presencia y sin su voz. Durante ese proceso, en 2017, la maestra sufrió una isquemia cerebral, que le dejó como secuela una afonía. “Ella estuvo en la rueda que hicimos para el primer disco, pero no pudo participar”, comentó Chaco.

Petrona Martínez con su Gramófono. Foto:Twitter: @televallenato - Instagram: @mpetrona
Seis años después del primer álbum, el colectivo, junto con Chaco, lanzó su segundo disco #AnónimasyResilientes, con el que recuerdan a las que ya no están, como Fernanda Peña, que murió en 2021 a sus 106 años, convirtiéndose en la mayor del grupo, y con el que integran a nuevas voces que, en sus territorios, mantienen vivo el bullerengue, como Yadira Gómez de Simanca, apodada la 'Chamaría de los Manglares', una mujer que ha ido de aquí allá entre Pontezuela, Tierra Baja y La Boquilla, un pueblo pesquero al margen de Cartagena.
Un género de mujeresSegún Chaco, el bullerengue es un género de la afrocolombianidad. “Aunque es un género que se asocia mucho con la historia de la esclavitud, yo prefiero verlo más desde el cimarronaje, porque fue a partir de la libertad y la resistencia desde donde se pudo preservar lo que estaba completamente prohibido. Mi teoría es que las personas libres de los Montes de María pudieron preservar los linajes matriarcales del África, y por eso el bullerengue es un género mayoritariamente de mujeres”, explicó Chaco, que es doctor en Etnomusicología.
En el artículo De música marginada a producto cultural de exportación, Chaco recoge otras teorías de académicos que explican los porqués sobre la tradición matriarcal. Unos dicen que el bullerengue es un género que nació entre mujeres embarazadas y sin maridos que no participaban en los festejos oficiales; otros, que a las mujeres no se les permitía hacer música en presencia de hombres; y unos más se han lanzado a decir que el género nace como ritual a la maternidad, siendo una herencia de África occidental, y que después incorporó un carácter festivo.
Ciertas o no estas teorías, el bullerengue logró movilizarse a otros territorios diferentes a los Montes de María a través del río Magdalena, llegando a otras poblaciones afro del Urabá, incluso de Panamá. Su penetración fue más local que nacional, pues en el país se empezó a hablar del género hace unos 40 años gracias a la figura de Petrona Martínez.
El bullerengue, entonces, fue una música invisibilizada y eso ha permitido que su historia no sea muy clara y exacta. Los expertos coinciden en que es un género que tuvo poca incidencia de los españoles, y por eso es uno de los pocos folclores que no incorpora la guitarra.
También el bullerengue se caracteriza por ser una música cíclica en espiral. Es decir, hay libertad para variar e improvisar. “Una canción un día puede durar tres minutos y, al otro día, siete. Este género está abierto a la espontaneidad del momento. Ahí juega mucho el papel del tamborero, que dialoga con la cantadora. Y la repetición hace parte del lenguaje”, explicó Chaco.
Una canción un día puede durar tres minutos y, al otro día, siete. Este género está abierto a la espontaneidad del momento. Ahí juega mucho el papel del tamborero, que dialoga con la cantadora. Y la repetición hace parte del lenguaje
Aunque el bullerengue es un género mayoritariamente femenino, cuenta con presencia masculina en los tambores. Y la realidad es que son pocas las mujeres tamboreras, y una de ellas es la ‘Chamaría’. El proyecto de Anónimas y Resilientes incluye a los hombres en los tambores y los coros. Incluso el primer álbum contó con canciones de Antonio Verdeza y Jaiber Pérez Cassiani, este último una rara excepción. “Jaiver es joven y me pareció muy talentoso, venía de hacer coros y terminó grabando un par de canciones en el primer álbum. Y Antonio Verdeza me llamó la atención porque me dijo que aprendió el bullerengue por el lado de sus dos abuelas. Él tenía más de 90 años y ya murió”, apuntó Chaco.
Traspaso generacionalTodas las cantadoras integrantes del proyecto, al igual que Verdeza, mencionan a sus abuelas, madres, tías y primas como las responsables de la transmisión de la tradición bullerenguera, una tradición netamente oral, diferente a lo que ocurre con otras comunidades afro que tienen festivales musicales que les permiten preservar su cultura.
Por ejemplo, la ‘Chamaría’ menciona a una prima lejana de su papá como la mujer que la inspiró de pequeña con el bullerengue. Siempre le gustó la música, pero solo hasta los 40 años empezó a explorar su faceta como cantadora. “Un día estaba en la finquita que era de mi papá y veo que se estaban arrumando unas nubes. Cogí un tanque pequeño, empecé a tocarlo y a cantar ‘Se aproxima un nubarrón / parece que va a llover / Si no llueve ahora en la noche, / de pronto en el amanecer’”, contó la ‘Chamaría’, apodo por el nombre de un ave del Caribe que canta fuerte y repetido, como ella.

Yadira Gómez, apodada como la Chamaría de los Manglares. Foto:Andrea Moreno. El Tiempo
Así nace Se aproxima un nubarrón, canción que la impulsó a construir su carrera musical, al margen de su oficio como pescadora. Su nombre ahora hace parte de la historia del bullerengue. En 2012, le cantó a Barack Obama y Shakira durante una ceremonia de entrega de tierras colectivas a comunidades afro. Para ello, compuso La titulación, que hace parte del segundo álbum de Anónimas y Resilientes. “Yo no me voy /aquí me quedo / yo no me voy / aquí me quedo / esta tierra es mía / aquí me quedo / a criar gallina / marrano y carnero”, se escucha en el coro.
La voz de la ‘Chamaría’ es profunda, potente y ronca. “Construir una voz como la de ella toma años. Una niña de 10 no puede cantar como ella, pero cuando sea mayor, seguramente querrá emular ese poder acústico. Muchas de las cantadoras empiezan imitando a sus abuelas”, explicó Chaco.
Construir una voz como la de la 'Chamaría' toma años. Una niña de 10 no puede cantar como ella, pero cuando sea mayor, seguramente querrá emular ese poder acústico. Muchas de las cantadoras empiezan imitando a sus abuelas
Por eso, Anónimas y Resilientes es un proyecto de mujeres mayores de 60 años que le da el lugar a aquellas que, por años, construyeron una voz que es y será el legado para sus hijas, nietas y bisnietas, quienes en un futuro imitarán la pureza de la tradición bullerenguera, convocando a una rueda como sus ancestras.
La ‘Chamaría’ es un referente en Villa Gloria, cerca de La Boquilla, donde vive actualmente. Una de sus hijas, nietas y vecinas la acompañan con palmadas, bailes y coros cuando empieza a cantar de un momento a otro. Ellas, por ejemplo, son las llamadas a continuar con su legado cuando estén mayores.
Anónimas y Resilientes es un proyecto colectivo que está pensado no solo para que el país y el mundo les den el reconocimiento a esas mujeres mayores que por tantos años crearon música tradicional en secreto, sino para que las generaciones de las hijas, nietas y bisnietas de la ‘Chamaría’ y de las otras integrantes escuchen sus voces sin tener que imaginarlas.
El proyecto también está pensando en un video con realidad virtual, que será el próximo paso que den en Anónimas y Resilientes. “Estamos pensando hacia el futuro, para que las próximas generaciones vean ese material y agradezcan por esas ancestras que protegieron la familia, sus tradiciones y valores”, agregó Chaco.
A diferencia de los álbumes de la maestra Petrona, en los que él intervenía como productor, haciendo arreglos y pensando cómo mezclar el bullerengue con el mariachi, por ejemplo, el papel de Chaco en Anónimas y Resilientes es el de amplificador de lo que las cantadoras han hecho por años y siguen haciendo porque es algo muy suyo, es su esencia, es su cultura.
“Las grabaciones de este segundo disco han sido en el campo. Yo pongo el micrófono en la mitad de la rueda, con una cámara de realidad aumentada y ya. Cada una puede tocar las palmas o gritar cuando quiera. Eso es parte de la dinámica social del género y que preservamos en el fonograma”, explicó Chaco. Aunque sí hay un trabajo detrás después de las grabaciones, el sonido, en últimas, se escucha muy real y orgánico. Y en el video no hay cortes y montajes.
Hoy existen escuelas como Tambores de Cabildo en La Boquilla que preservan esta tradición, pero, a juicio de Chaco, la mejor escuela siempre será las casas de estas matronas que logran reunir a toda su comunidad a través del canto y el amor. “Ese es un ejercicio de poder muy bonito”, dijo el productor.

Álbum Anónimas & Resilientes Foto:Anónimas & Resilientes
La maestra Petrona y Anónimas y Resilientes amplían la identidad de país con el bullerengue; sin embargo, como mujeres rurales y afro, enfrentan barreras estructurales, como el analfabetismo, la pobreza, la falta de conectividad geográfica y de internet, que les permitirían hacerse más conocidas, por mencionar algunos factores que han invisibilizado su tradición y arte.
Este segundo álbum no solo sigue materializando el sueño de la maestra Petrona, sino que sigue democratizando un género muy colombiano que reivindica la diversidad de las comunidades afro del país y que recientemente fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la Nación. “A mí me hace muy feliz que muchas personas me conozcan y sepan lo que hago, porque cantar es lo mío”, concluyó la ‘Chamaría’.
eltiempo