Noche de las Ideas: la economía de plataformas y los jóvenes, entre el trabajo flexible y la precariedad

Las urgencias, las necesidades económicas y la precarización laboral obedecen a nuevos parámetros y adaptaciones en el mundo del trabajo actual. ¿Qué ocurre particularmente con los jóvenes y las aplicaciones en relación al marcado laboral actual? Ese fue el eje del debate titulado “¿Nuevas servidumbres voluntarias? Jóvenes y precariedad”, que formó anoche parte del programa de la Noche de las Ideas 2025, organizada por el Institut français d’Argentine en colaboración con la Embajada de Francia en Argentina, la red de Alianzas Francesas de Argentina, la Fundación Medifé, y los Centros Franco-Argentinos, y con el auspicio de revista Ñ.
La charla tuvo lugar en el Salón Dorado del Teatro Colón y contó con la participación de tres especialistas en la materia: el doctor en antropología social Pablo Semán, investigador independiente del Conicet, y docente de grado y posgrado en la Unsam; la investigadora en sociología económica Paola Tubaro, directora de investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS) y Julieta Longo, investigadora del Conicet, docente de la Universidad Nacional de La Plata, socióloga del trabajo, especialista de la economía de plataforma y de su impacto sobre los trabajadores. En tanto, el laboralista Juan Manuel Ottaviano oficio de moderador.
Semán abrió el debate con la siguiente anécdota: “En la pandemia veo a un joven en una motocicleta con una mochila de repartidor. De costado enganchaba una muleta. Además, tenía un yeso por alguna lesión que -supongo- era producto de su trabajo”.
“Conduje motocicletas, sé lo peligrosas que son y la primera impresión que te da es que estaba lesionado. Uno le pone mucho el cuerpo en la motocicleta. Ahí pensé: qué régimen de trabajo inocuo y más degradante que este, que no te permite recuperar de la última lesión cuando vas hacia la próxima”, relató el antropólogo.
“Uno de los problemas que tenemos en las ciencias sociales es la servidumbre voluntaria de los cientistas sociales a consensos normativos de las disciplinas en la cuales hay una categoría que está hace 30-40 años”, continuó dijo Semán.
Noche de las Ideas: Pablo Semán, en el Salón Dorado. Foto: Martín Bonetto.
Además, remarcó la situación laboral en Argentina: “Lo que ha pasado en el mundo del empleo, en este empleo, en esta situación, hace que los jóvenes hayan tomado conciencia política, no como lo esperaría el socialismo y el izquierdismo, un peronista de izquierda en general llama a todos estos jóvenes desclasado como si ellos hubieran sido afiliados al partido comunista a los 5 años de edad o como si creyeran que el trabajo trae la conciencia de clases. Su régimen de trabajo está asociado a una forma de pensamiento político".
También dijo que la política está inmediatamente ligada a esta experiencia. “Creo que la idea de experiencia invocada por el marxismo democrático inglés es para entender que las constricciones, las posibilidades y los proyectos que emergen en estas expresiones que nosotros llamamos de precariedad”.
“¿Por qué las llamamos precariedad? Porque las contrastamos con el modelo del empleo que para algunos de mi generación fue posible: un empleo con contrato, está socialmente regulado, estatalmente regulado. Asegura vacaciones, antigüedad, condiciones en medio de ambientes de trabajo gestionadas por las empresas, los estados y los sindicatos. Creo que estas situaciones todavía son valiosas, no hay que darlas por muertas”, argumentó.
Por último, contó otra anécdota en torno a la ideología política de los jóvenes y la situación de precariedad laboral en las aplicaciones: “Estaba en una casa de una familia de tradición peronista. Había ocho jóvenes: seis votaron al peronismo y dos votaron a Milei, pero no querían decirlo hasta que nosotros nos dimos cuenta más adelante. Esos jóvenes tenían la misma descripción del mundo a partir de su situación del empleo. Además, diferían no solo de la generación de sus padres sino específicamente de la generación de los hermanos: sus hermanos tenían entre seis y ocho años más y tenían otras posibilidades a cuestas”.
“Ellos prefieren este empleo porque es flexible. Ellos regulan cuando trabajan. Tampoco tienen un jefe. Además, el pago es previsible, la aplicación cumple. Es un modelo de empleo que en la experiencia de estos jóvenes se construye como en la posibilidad diferencial respecto de la generación anterior con la cual ellos se comparan. Los planes que tienen son para pasado mañana”, cerró Semán.
Por otra parte, la investigadora y socióloga en economía Paola Tubaro planteó la situación que se vive en Venezuela en torno a la precariedad laboral a través de las aplicaciones y marcó sus diferencias con el mercado argentino.
Noche de las Ideas: Paola Tubaro y Julieta Longo, en el Salón Dorado. Foto: Martín Bonetto.
“Estudié las servidumbres voluntarias en las plataformas junto con algunos colegas que están en esta sala. En este caso, estudiamos a las plataformas de microtareas, su funcionamiento es bastante parecido a las plataformas de reparto”, remarcó
“La diferencia principal es que el trabajo se hace en forma remota desde casa. El tipo de tareas podrían ser cosas como etiquetar imágenes o transcribir textos. Básicamente, sirven para crear o enriquecer bases de datos que van a servir para el entrenamiento de algoritmos de IA o para el funcionamiento de la economía digital”, señaló.
“Las tareas de esta plataforma son muy pequeñitas, pagan muy poco. Hay mucha incertidumbre en el sentido que hay muchas hoy pero no se saben cuántas habrá mañana. Esto puede cambiar muchísimo pero las ganancias son muy bajas”
"¿Por qué hacer esto? Es una tarea que pagas centavos, encima es inseguro. ¿Para qué sirve si trabajar en Uber en el reparto como en Rappi pagan un poco más?", planteó Tubaro.
“Estuve estudiando varios países y quería comparar el caso de Argentina con el de Venezuela con jóvenes menores a los 35 años. Son jóvenes con diplomatura de grado en disciplinas muy útiles en el mundo digital como ingeniería, informática. Es decir, han estudiado”.
“En el caso de Venezuela se explica más fácil pensando en la crisis económica a la que se ha enfrentado en los últimos 10-15 años, especialmente en los años 2015-2020, con un nivel de pobreza muy alto, una inmigración masiva de la población, una inflación muy fuerte”, enumeró la investigadora francesa.
Y siguió: “El estado venezolano y las empresas estatales pagaban tan poco que no valía la pena. Muchísima gente dejó su empleo porque no servía de nada. La moneda no valía nada: el sueldo de un mes al día siguiente no era suficiente para comprar comida”.
“Eso le dio la idea a muchos para trabajar en plataformas de microtareas: son plataformas internacionales donde la mayoría de los clientes son estadounidenses y pagan en dólares. Con una monda local tan inestable, un pago en dólares aunque sea bajo puede ser interesante”, remarcó.
“Pero en la Argentina la situación es diferente”, aseguró Tubaro: “La informalidad laboral está en discusión pero los empleos que existen no son tan bajos. No es comparable con la de Venezuela. En la mayoría de los casos Argentina se trata de empleos complementarios: son personas que tienen un empleo principal pero necesitan algo más por algún motivo. Puede ser la inflación; que paguen en dólares también es atractivo pero todavía no pagan tanto”.
“Las plataformas aparecen como estrategias para mejorar su situación en contextos muy diferentes y objetivos bastante diferentes pero siempre con una idea de mejorar, sobre todo cuando mi empleo principal no me lo está dando”, argumentó Tubaro.
Noche de las Ideas: público, en el Salón Dorado. Foto: Martín Bonetto.
Por último, Julieta Longo coincidió con la visión de Pablo Semán sobre la mentada “servidumbre voluntaria” imperante en las aplicaciones laborales y marcó varios puntos en común.
“Venimos mirando plataformas de envíos pero sobre todo miramos plataformas que no son tan vistas por los sectores populares. Hay distintos tipos de calificaciones pero, sin embargo, aparecen algunos elementos que cuestiona las modalidades clásicas del trabajo aunque son bastante parecidas. Lo interesante es encontrar esto en trabajos tan distintos y en sectores sociales tan distintos”, manifestó la investigadora del Conicet
Respecto al título “¿Nuevas servidumbres voluntarias?” en esta mesa de debate, dijo que “es bastante polémico y encierra una gran paradoja”.
“Al mismo tiempo, la gran paradoja que tiene el trabajo de plataforma: es obviamente un trabajo sin derechos porque no está reconocida la relación laboral, no hay que hacer mucho estudio para darse cuenta de eso. Eso sí; es muy valorada por las personas, se valora mucho la flexibilidad, la autonomía pero no solamente eso: las personas quieren seguir trabajando en la plataforma”, aseguró Longo.
“Eso en un contexto como en el actual tanto en Argentina como a nivel global, donde no hay demasiadas esperanzas ni ganas de continuar, querer seguir trabajando en el mismo lugar me parece bastante significativo”, agregó.
“Hicimos una pregunta muy fácil en una encuesta: ‘¿Querés trabajar en este lugar en los próximos cinco años’? Solamente seis de cada 100 dijeron que no. Es muy poco, y eso que encuestamos a personal de servicio doméstico, transporte, diseñadores, del servicio informático, son personas muy diversas como para llegar a esos resultados donde casi nadie dice no quiero trabajar más en plataformas”, subrayó Longo.
Noche de las Ideas: Pablo Semán, Paola Tubaro, Julieta Longo y Juan Manuel Ottaviano, en el Salón Dorado. Foto: Martín Bonetto.
Por último, la investigadora reflexionó con dos respuestas a “la gran paradoja” que traen las plataformas. La primera es la más extendidas, no tanto en estudios académicos pero si en el sentido de aceptar estos trabajos o valorar este trabajo porque no se dan cuenta de la realidad en la que viven.
“Me parece que mucho de los discursos de emprendedorismo, del discurso neoliberal o de ser empresario de sí mismo tienen por detrás esta idea de que como compran un discurso neoliberal, entonces, ese discurso vela la realidad y entonces no se dan cuenta de lo que en realidad están viviendo. No se dan cuenta de que en realidad creen que ellos son libres pero están siendo controlados por los algoritmos. Hay que rebelarles que, en realidad, no son tan libres como ellos creen que son”, añadió Longo.
Pero, aclaró: “Comiendo un asado o charlando muy rápidamente con alguien o haciendo una encuesta es fácil darse cuenta de que las personas entienden más fácilmente la realidad en la que viven, y cuando están valorando la flexibilidad no están pensando que hacen lo quieren en el trabajo sino que están pensando que tienen más flexibilidad que antes, y cuando piensan que no tienen derechos saben que no los tienen. Si uno le pregunta si quieren tener vacaciones por supuesto que van a querer tenerlas. Las respuestas son mucho más razonables y mucho más alejadas de ese discurso de los emprendedores que piensan que todos los éxitos y fracasos son responsabilidades de sí mismo”.
Sin embargo, Longo remarcó que “hay gran un éxito en el discurso de los jóvenes: las personas están jerarquizando de distintas formas algunas condiciones clásicas del trabajo. Es un gran éxito del discurso neoliberal. Se ve claramente que las personas ponen por encima la valoración de la flexibilidad mientras los derechos aparecen en un segundo lugar. No tengo derechos pero tengo flexibilidad”, concluyó.
Clarin