El enigma de los buzones rojos: entre el deseo y la literatura de Vicente Palermo

El deseo, al igual que la literatura, circula por caminos truncos. Su devenir es sinuoso y puede dibujar figuras oscilantes. Las mismas que entrecruzan la biografía de un argentino, porteño, sociólogo y Doctor en Ciencias Políticas, ganador de premios y becas prestigiosas que en los últimos tiempos se alejó del ámbito académico para incursionar en la tentación de narrar. De eso se trata Venus en cuarentena (Hugo Benjamín), segundo libro de cuentos de Vicente Palermo, donde por medio de once relatos cortos y una nouvelle construye con elegancia su propio mundo narrativo.
Venus en cuarentena
Vicente Palermo
Editorial: Hugo BenjamínEl autor, quien ha publicado sendos ensayos sobre historia y política nacional con énfasis en la cuestión Malvinas, deja que se cuele su faceta de ensayista crítico en algunos cuentos. Tal es el caso de “Buzón carmín: colapsos”. De poco más de cien páginas, es la pieza más extensa. Allí se narra, en tono perspicaz e irónico, un curioso plan ideado por un empresario llamado Charles Lewis para visibilizar aquellos inconfundibles buzones color rojo tan característicos de la Ciudad de Buenos Aires. Bajo ese manto narrativo, Palermo despliega diferentes especulaciones en torno a estas curiosas piezas que uno cree olvidadas pero aún sobreviven en el paisaje urbano dispuestas a ser descubiertas por el ojo más atento.
En otros, como “La aventura del Clavileño”, donde el protagonista es un docente de escuela secundaria, utiliza una lección en donde analizan una escena del Quijote para incluir un lúcido análisis de la realidad política. La coyuntura también se cuela en el relato que abre y da título al libro. Un peculiar y erótico derrotero a partir del confinamiento pandémico que remite, en ciertos ecos del encierro, a Rabia de Sergio Bizzio. Estos cuentos funcionan también como un muestrario de lecturas e influencias: desde menciones al Ulises de James Joyce o al Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal pasando por procedimientos borgeanos, como en “Cometo un plagio”, otro relato fundido con el ensayo a partir de problematizar la definición de autor.
Sin dudas, los relatos más interesantes son los que giran en torno al amor trunco, el deseo y el sexo. Palermo demuestra una notable sensibilidad y elegancia en su prosa describiendo lo justo y necesario, cual si fuese un narrador de larga trayectoria. O tal vez hayan sido las ciencias sociales las cuales lo han provisto del instrumental necesario para derrotar al pudor a la hora de narrar ambientes prostibularios o conversaciones en donde lo no dicho cobra aún más sentido.
El escritor Vicente Palermo en barrio porteño de Belgrano. Foto: Mariana NedelcuEn “De nada” le alcanza con dos páginas para construir un mundo en donde un joven se enamora de una prostituta. “Leo” es una peculiar historia de amor en donde una contrabajista de jazz está obsesionada con su instrumento a niveles eróticos. “Ribelles” fusiona la seducción con un peculiar oficio que dialoga con el pasado al igual que los buzones rojos: un encuadernador poeta que deambula por un universo escrito en castellano antiguo. El último, “Ella”, es uno de los puntos más altos. Aquí la seducción se vuelve inquietante y se combina de manera original con la obsesión por el suicidio y un final sorpresivo, digno del mejor policial, que no vale la pena ser spoileado.
El autor, que también había trabajado de modo literario en un libro anterior donde narra la vida de Dardo Cabo (La vida breve de Dardo Cabo, Siglo XXI) supo combinar en su justa medida cierto dejo irónico con una sutil exploración alrededor del deseo, el erotismo que se aleja de lo soez y cierta fibra ensayística que dota a su literatura de un mayor cuerpo. A la vez, no deja que esto contamine demasiado. Permite que en algunas escenas se aloje el misterio, como en un cuento de Carver en donde nada se explica por de más. También, cual si fuese un viaje a las cosas, sobrevuela algo de la poesía objetivista, como en “Una gorra escocesa”.
Vicente Palermo.
Foto: Mariana Nedelcu
Palermo construye personajes que buscan salir de las sombras y, al mismo tiempo, aparentan estar braceando desesperados dentro de una pileta cuyas profundidades desconocen. Su prosa se engalana de menciones al pasado con un cierto dejo nostálgico pero como si fuese un manual de supervivencia ante el desgaste y la aceleración propia de tiempos guiados más por el smartphone que por las agujas del reloj. Su escritura resiste al igual que aquellos buzones rojo cadmio que sobreviven en alguna plazoleta perdida mientras veloces motomensajeros los esquivan a toda velocidad.
Clarin




