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Ganas hay muchas; condones, pocos / Sexo con Esther

Ganas hay muchas; condones, pocos / Sexo con Esther
En estos tiempos modernos, las ganas de ir al catre no han mermado, pero sí la cordura a la hora de cuidar el aquello. Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2014 y 2022, el uso del preservativo entre adolescentes sexualmente activos cayó en picada: entre los hombres, del 70 al 61 por ciento; entre las mujeres, del 63 al 57 por ciento. Es decir, hoy más de 4 de cada 10 jóvenes se lanzan a la aventura dejando la planta baja sin blindaje.
Peor aún: casi un tercio de los adolescentes confesó no haber usado ni condón ni pastilla anticonceptiva en su última incursión al catre. Como quien dice, dejaron su departamento inferior a la buena de Dios, expuesto a toda clase de virus, bacterias y sustos con nombre propio.
(Lea también: Más ganas, menos sustos)
Pero no se trata simplemente de un descuido individual. Es un síntoma de algo mayor: muchos sistemas educativos han decidido esconder la cabeza en la arena, retirando o limitando la educación sexual bajo la absurda premisa de que enseñar sobre condones estimula el deseo. Como si enseñar a usar cinturón de seguridad provocara choques en cadena.
Mientras los jóvenes exploran su planta baja a ciegas, los adultos, responsables de su formación, siguen alimentando el mito de que el silencio protege. Nada más lejos de la verdad: la ignorancia solo deja el aquello más desprotegido, y al catre convertido en campo minado.
Por eso, si algo debería quedar claro, es que enseñar a proteger el aquello no mata la pasión, la dignifica. Usar preservativo no apaga las ganas: les da licencia para brillar sin sobresaltos. Y no hacerlo puede costar mucho más que un embarazo no planeado o una infección; puede costar años de proyectos, estudios, bienestar… y un buen susto en la planta baja.

Foto:iStock

El llamado es urgente: mientras el deseo se mantiene joven y brioso, los adultos deben actuar con la sabiduría de quien entiende que hablar de catres, ganas y departamento inferior no es incitar al pecado, sino blindar la vida.
(Lea además: Y ellos, ¿qué?)
Porque el placer sin cuidado es un riesgo, pero el placer informado y protegido… ese sí es un arte que merece ser celebrado. Hasta luego.
eltiempo

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