Una muestra para descifrar a Alfredo Carracedo, artista tan minucioso como oculto

Inaugurando un espacio nuevo en el circuito de San Telmo, la Galería Towpyha presenta una serie de obras nunca exhibidas del artista Alfredo Carracedo (1927-2000), integrante del Grupo Joven en sus inicios. Rebelde y descreído del sistema, su obra formó parte de la muestra Grupo Joven, arte y desacato en los años 50 que celebrara el equipo de investigación de la Galería sobre este interesante proyecto, decantado en los años 50 en Buenos Aires que se mantuvo abierta en el Centro Cultural Recoleta por muchos meses.
Fundado por Víctor Magariños D. (1924-1993) junto a Domingo Di Stefano (1926-2022), Osvaldo Lucentini y Héctor Álvarez el 21 de septiembre de 1946, el Grupo Joven canalizó las búsquedas de una generación joven que no sólo desconfiaba de los críticos de arte y directores de museos, sino que intentaba una práctica que estimulara lo que luego se conocería como el vocabulario formal de las artes plásticas, alejados del sistema de representación para lograr una abstracción que tuviera más en cuenta la innovación y la producción abstracta.
Alfredo Carracedo
En esta muestra Alfredo Carracedo, en la sombra de la abstracción podemos verlo en su despliegue de cuatro décadas de pinturas y dibujos inéditos que se mantuvieron en resguardo en la casa de uno de los hijos de Alfredo. Junto a infinidad de papeles minuciosamente trabajados, asoma un sesgo que mantuvo durante 40 años en relación a la docencia, en el Colegio Cardenal Newman a partir de 1959, en el San Juan Evangelista, el La Salle y el Inmaculada Concepción, ubicados en Lomas de Zamora, a partir de 1967 hasta principios de los 90.
Es interesante destacar que se trata de una investigación liderada por curadora chilena Marcela Astudillo y Federico Towpyha sobre un espacio de producción que fuera excluido de la historia general del arte argentino, tal vez porque algunos de sus miembros fueron más relevantes individualmente que otros, como es el caso de Eduardo Mac Entyre, Miguel Ángel Vidal o Víctor Magariños D.
Alfredo Carracedo, década de 1950.
El grupo se mantuvo con muchos de sus colegas que dejaban las carreras de formación, mientras que él la completa a la par que desiste de exponer obra, pero no de participar como espectador, tal vez convencido que la radicalización no estaba entre sus preceptos básicos. Los textos ideados por el colectivo, hay que destacar, marcaron la década de los 50 y pusieron en cuestionamiento lo convencional del concepto y su materialidad.
La muestra se articula en dos pisos y devela múltiples actividades creativas del Carracedo artista, tales como diseñar joyas –su familia tuvo una joyería–, dibujar alfombras abstractas para un fabricante de la provincia de Buenos Aires que nunca logró que sus clientes eligieran sus creaciones, fichas de su práctica docente –maravillosas fichas técnicas hechas a mano donde se definían los términos de su enseñanza: el punto, la línea, las formas, el color y el plano de soporte–, fotos de familia y con colegas y una idea facilitadora que incluye textos para descifrar su actitud, sus trabajos, la historia dentro de su propia historia.
Un outsider. Acción urbana del proyecto Homenajes urbanos con afiches inspirados en los diseños de Carracedo. (gentileza HU)
En 1949 ingresa al colectivo artístico Grupo Joven. Tres años después se gradúa de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y participa en la exposición Cerámicas Arganat en el Salón Peuser. Firma junto a Chalukián y Magariños D. el manifiesto de 1955 “En defensa de las Artes Plásticas”, y la carta abierta a Eduardo Barilari “15 puntos y una moraleja” en 1957.
Marcela Astudillo sostiene que Alfredo siempre buscó pasar desapercibido: "hizo todo, desde una especie de sombra, como sugiere la muestra en su título y quizás una de las razones sería su aversión a las altas esferas de la institucionalidad de las artes, al mercado que interfiere con la fluidez natural de los tiempos creativos, o las demandas sociales del entorno artístico".
Miembros del Grupo Joven en la Galería Juan Cristóbal, durante una exposición de Víctor Magariños D. en 1950. De izq. a der.: Pedro De Simone, Domingo Di Stefano, Osvaldo Lucentini, Carlos Filevich, Diana Chalukian, Víctor Magariños D., Alfredo Carracedo (fondo), Miguel Ángel Vidal, Eduardo Mac Entyre, José Arcuri y Augusto Cuberas.
Lo que atraviesa esta cantidad de obras que, por su tamaño, obligan a detenerse en cada detalle, obras hechas con mucho tiempo de práctica obsesiva, papeles inmaculados que aún se conservan muy bien, trazos de líneas a pulso con una rigurosa meticulosidad de quien desea que su mano responda a un oficio calificado de dibujante abstracto.
La curadora narraba que durante el día trabajaba duramente y, en sus tiempos libres, se aislaba de su familia. En soledad, desarrollaba su eficacia con rigor hasta altas horas, algo que corroboran sus hijos, quienes vieron a su padre motivado por esta pasión que tuvo que abandonar por un desprendimiento de retina, tal vez producido por su mismo intento de dejar una huella.
Alfredo Carracedo
Es completamente azaroso que su trabajo no haya ido a parar a la basura como sucede con algunos herederos de artistas que deciden lo que vale y tiran lo que no les parece interesante, sin ningún criterio. Y lo que es literalmente fortuito es que Federico y Marcela hayan comprendido que debía profundizarse en esta narrativa para volver a traer a lo contemporáneo un grupo y un artista que referencian una actitud muy propia de los años de posguerra: cuestionar lo establecido y generar nuevos debates.
Se recomienda detenerse en los años de realización ya que la galería decidió no apelar a un sistema lineal de año a año, sino a partir de las relaciones que pueden establecerse entre diferentes tipos de producción. Desde las que sólo apelan a un minimalismo contundente de uso de líneas del mismo grosor, a las que bucean un dinamismo casi cercano a la obra tridimensional, al desarrollo de una composición que integra forma, color y equilibrio espacial para las alfombras que algún día podrán fabricarse.
Alfredo Carracedo
Pero también es importante verificar el sentido didáctico que fue también un componente esencial de esos tiempos: definir qué es la línea, observar las relaciones entre otros artistas para ejemplificar modos de uso del vocabulario plástico, interesarse por los procesos históricos que respaldan algunas innovaciones, pero y casi fundamentalmente, desarrollar a través del acto creativo una inteligencia expandida a la observación y el método.
Alfredo Carracedo, en la sombra de la abstracción se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 17 en Galería Towpyha, Piedras 986, San Telmo.
Clarin