El brote de sarampión en EE. UU. supera los 1.000 casos confirmados (recuento de AFP)

El brote de sarampión en Estados Unidos ha superado los 1.000 casos confirmados, con tres muertes hasta el momento, según un recuento de AFP con datos públicos.
Los casos comenzaron en enero en una zona rural de Texas donde vive una comunidad religiosa menonita, una población ultraconservadora y con una baja tasa de vacunación.
Recuerda el incidente ocurrido en 2019 en las comunidades judías ortodoxas de Nueva York y Nueva Jersey. Hubo más de 1.200 casos, pero ninguna muerte.
La vacuna contra el sarampión es obligatoria en Estados Unidos, pero los ciudadanos de varios estados, incluido Texas, el segundo más poblado, pueden solicitar una exención por motivos religiosos o de otro tipo.
El uso de estas exenciones ha seguido aumentando en los últimos años, especialmente desde la pandemia de Covid-19 debido a la creciente desconfianza en las autoridades sanitarias y las empresas farmacéuticas.
La AFP ha registrado al menos 1.005 casos de sarampión desde principios de año, el 70% de ellos en Texas.
Tres personas han muerto, dos de ellas niños pequeños, en el suroeste del país, epicentro del brote. La última muerte infantil por esta enfermedad en Estados Unidos fue en 2003, tres años después de que se declarara erradicado el sarampión gracias a la vacunación.
"La situación está fuera de control", declaró a la AFP el especialista estadounidense en enfermedades infecciosas pediátricas Paul Offit, calificándolo como el peor brote de sarampión en el país en "30 años".
El sarampión causa fiebre, problemas respiratorios y erupciones cutáneas, y en algunos casos complicaciones más graves, como neumonía e inflamación del cerebro, que pueden causar graves consecuencias y la muerte.
“Es la enfermedad infecciosa más contagiosa del mundo y se está propagando rápidamente”, advierte Offit, quien teme que se esté subestimando su magnitud.
Según varios trabajadores de la salud, “el número de casos en Estados Unidos podría en realidad estar más cerca de 3.000, o incluso más”, afirma.
Muchas personas infectadas no acuden al médico “por miedo a que les obliguen a vacunarse o porque creen que no se sienten suficientemente enfermas”, explicó a la AFP la pediatra texana Tammy Camp.
Una situación que se ha agravado por los recientes despidos de miles de empleados del Departamento de Salud y los drásticos recortes financieros que complican los esfuerzos de diagnóstico, afirma Offit.
El secretario de Salud de Estados Unidos, Robert Kennedy Jr., ha sido acusado de echar leña al fuego al difundir información falsa, como cuando afirmó en Fox News en marzo que la vacuna era “la causa de todas las enfermedades que el sarampión en sí mismo causa: encefalitis, ceguera, etc.”.
En otra administración, “le habrían pedido que dimitiera antes de que murieran más niños”, se queja Offit.
Los comentarios del secretario, que oscilan entre minimizar la gravedad de la situación, cuestionar los beneficios de la vacunación y promover remedios alternativos como la vitamina A, provocan confusión en la población, confirma el pediatra Camp.
Algunos de los niños que atiende presentan síntomas relacionados con la ingesta excesiva de vitamina A, un suplemento que reduce el riesgo de complicaciones en personas que sufren desnutrición, pero que puede ser peligroso si se toma en exceso, explica.
“Estamos viendo cada vez más casos de enfermedades que se pueden prevenir con vacunas”, advierte el médico, que cita el reciente resurgimiento de casos de tos ferina, otra enfermedad infecciosa.
Antes de que se desarrollara una vacuna a principios de la década de 1960, el sarampión mataba a cientos de niños cada año en Estados Unidos. Hoy en día, todavía se cobra decenas de miles de vidas en todo el mundo.
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IstoÉ