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Categoría de Román Sorando en Cuenca: un indulto en justicia y Luque, Adrián y Aguado, a hombros con el mayoral

Categoría de Román Sorando en Cuenca: un indulto en justicia y Luque, Adrián y Aguado, a hombros con el mayoral

Román Sorando lidió una corrida de extraordinaria nota para resarcir a los aficionados del desaguisado del cartel. Morante y Roca cayeron en el verano de su rivalidad que se empieza a parecer al que relató Hemingway. Ninguno de los dos pudo acudir a su primer encuentro tras el agarrón de El Puerto. Paradójicamente Daniel Luque entró por el peruano -sus caminos tampoco mientras que por el maestro sevillano fue Pablo Aguado, heredero en el palo del arte del cigarrero.

La suerte acompañó otra tarde a Fernando Adrián, único componente del cartel inicialmente anunciado, que se encontró un lote de ensueño. Le cortó dos orejas al segundo en un trasteo de entrega iniciado de rodillas en los medios -recibió un pitonazo en la espalda al hacer el pase cambiado- y encontrando la ligazón por el pitón derecho. Un rosario de series con la muleta por delante, la embestida humillada y la velocidad intacta. Por el izquierdo no respondió del mismo modo el toro de Román Sorando, sin tanto celo por ahí. La contundente estocada en los rubios supuso todo un broche.

Pero el punto álgido de la tarde llegó en el quinto. Un toro de extraordinarias hechuras, con la cara colocada. Torero y, al mismo tiempo, serio. De nombre ‘Batidero’, cuatreño. Embistió con excepcional categoría desde los primeros lances del madrileño. Descolgó en cada embroque pero manteniendo su importancia. Cumplió en el caballo de Pedro Iturralde. En la muleta fue un torrente de bravura: humillación, codicia, ritmo y mucha clase en los finales. Adrián empezó de rodillas, a mitad de faena volvió a pegar otra tanda de rodillas y en los finales buscó otra vez el toreo de hinojos. Sus armas ante la clase desbordante de ‘Botinero’ que lo quería todo por abajo. Mantuvo la importancia mencionada, en tandas largas por ambos pitones. Especial profundidad por el derecho.

La faena fue cogiendo cotas de acontecimiento y Fernando Adrián comenzó a hacer gestos de "no lo mato". Casi toda la faena en los medios. El toro entregado aunque sin perder ese punto de tener que hacerle las cosas bien. La presión subió tras unas bernadinas. El palco no pudo resistir la ferviente petición popular. En una época en la que se abusa del indulto como premio al ganadero, el de ‘Batidero’ se antojo justo por su completo comportamiento, no hizo ningún tipo de amago de rajarse. El madrileño paseó los máximos trofeos simbólicos.

La temporada de Pablo Aguado ha sido profusa en faenas para el recuerdo con la mácula constante de la espada. Sevilla, Madrid, Pamplona y Bilbao las más sonadas. En Cuenca no se le escapó el triunfo, de hecho se tiró a matar con una pureza y una decisión al sexto toro que fue un momento a la suerte suprema. Aquel toro, el más anovillado del conjunto, tuvo mimbres muy buenos dentro de su fragilidad. El sevillano lo toreó con gusto desde la verónicas del saludo, las chicuelinas por le izquierdo del quite rematado con una sencilla larga y la faena de magnífica naturalidad con la mano izquierda. Sin atacar al toro pero queriendo en todo momento. Con detalles de pinturería tras el toreo fundamental. A veces se iba un poco de más el toro que esperaba los vuelos de la franela de Aguado para embestir al ralentí. Hubo muletazos tan exquisitos como templados. El final fue para enmarcar: De frente, con la muleta recogida, pegando muletazos de uno en uno abriendo la muleta según llegaba el toro al embroque.

En su primer turno sólo pudo dejar detalles ante un manso de Román Sorando que paró de salida a la antigua usanza Iván García. La noble embestida no estuvo acompañada de casta para sujetarla. Aguado mostró su sevillanía en preciosos muletazos de recurso. Temporada para seguir al sevillano.

Daniel Luque no podía quedarse atrás. El primero, escandalosamente flojo, no le permitió lucimiento alguno. Con la motivación del último asalto plantó cara al cuarto, un toro definido desde salida por su empuje. Humillador y repetidor, con mayor franqueza por el pitón derecho. Se sucedieron las tandas con empaque antes de acortar distancias. El atajo ante las aristas del toro por el izquierdo, que no lo regalaba. En aquellas cercanías lo sometió con su doma de circulares, ochos y luquecinas. Una gran estocada remató la obra.

La terna y el mayoral salieron a hombros en una tarde mágica en Cuenca.

Plaza de toros de Cuenca. Martes, 26 de agosto de 2025. Tercera de feria. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Román Sorando, bien presentados a excepción del 6º. Sin fuerza el 1º, noble con buen estilo el 2º, mansito el 3º, con buen pitón derecho el 4º, excepcional el 5º de nombre ‘Batidero’ indultado por su bravura y enclasado el 6º.

Daniel Luque, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, estocada fulminante (dos orejas).

Fernando Adrián, de azul celeste y plata. Estocada (dos orejas). En el quinto, indultado (dos orejas y rabo simbólicos).

Pablo Aguado, de malva y oro. Pinchazo y estocada (saludos). En el sexto, gran estocada (dos orejas).

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