Manuel de la Calva, una sensibilidad emocional a flor de piel

Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Siempre fui un fan incondicional de The Everly Brothers, por eso cuando el Dúo Dinámico vino a Las Palmas, a principio de los años sesenta, pensé que era una oportunidad de compararlos con mis ídolos. Pero su mánager, José María Laso de la Vega, nos llamó para ser los teloneros del Dúo en el Teatro Pérez Galdós. Allí nació una amistad con Manolo y Ramón que ha durado los últimos 65 años de nuestras vidas. Ya en Madrid, los años transcurren consolidando nuestra relación no solo en la música, que obviamente era el eje más importante, sino en otros aspectos más personales. Y ahí fue con Manolo con quien encontré mayor complicidad y convergencia de objetivos vitales y profesionales. Juntos decidimos luchar por los derechos de autor y otras reivindicaciones gremiales y así fuimos ampliando el círculo de conscriptos en el que aterrizaron ilustres compañeros del momento como Manolo Alejandro, Pablo Herrero, Luis Cobos, Pepe Nieto, Fernando Arbex, Manolo Díaz, Juan Pardo, Juan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute y una larga lista de compañeros.
Pero Manolo de la Calva no solo era un gran creador y artista como todos. Tenía una sensibilidad emocional a flor de piel, una empatía alejada del divismo y una sonrisa para gestionar los momentos menos convergentes. Sabía ser una estrella sin dejar de atender su vida familiar con un fervor y una dedicación ejemplares, amigo de todos y solidario con los menos favorecidos.
Nuestra trayectoria en la SGAE nos obligó a compartir penas y alegrías, pero sobre todo a conocer mejor las circunstancias complejas por las que muchos compañeros atravesaban. Manolo y Ramón supieron adaptarse a los cambios y mantener intacta su brújula ética y su cariño por el público, hasta hace poco tres generaciones de fans comparecían en sus conciertos y Manolo derrochaba una espontaneidad y una vitalidad reales, sinceras.
Supe de sus problemas de salud por él mismo, sin dramas ni cuentas pendientes, mantenía la sonrisa y pensaba en su familia y sus amigos como lo que siempre fue un ser humano integro y realizado. Una vida ejemplar plagada de éxitos y rodeado de amigos fieles. No querría que le despidiéramos con lágrimas, solo con música y recuerdos compartidos. Nadie muere hasta que sea olvidado, y nos deja su música para celebrarlo allá donde viven los seres extraordinarios. Te quiero, amigo.
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